La versión humanista del Reino de Dios, que es bastante frecuente hoy así no se le dé ese nombre, quiere traducir el Reino en términos de “valores” que luego se vuelven “proyectos” y que finalmente quedan en manos de la astucia de expertos y técnicos, y en manejos económicos y políticos. El sentido bíblico es diferente: en realidad se trata de que Dios reúne, y Él reina ante todo en el Corazón de Jesucristo y en los corazones de aquellos que, acogiendo su Palabra, creen en Él y viven en comunión con Él. Sin embargo, no es una realidad puramente interior sino que destella en obras de caridad y santidad.