“Entre los siglos XII y XIV, los principales autores de la escolástica se encontraron delante de una dificultad muy difícil de resolver: ¿Cómo conciliar la Inmaculada Concepción de María Santísima con el dogma de la Redención Universal de Cristo? En otras palabras, si Nuestra Señora fue exenta del pecado original desde el primer instante de su concepción significaría que los méritos de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo no serían aplicados a Ella, y, por consiguiente, la Redención no sería universal, pues habría una excepción, lo que implicaría en negar el dogma, lo que no es posible…”
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