Algunos están comparando el espantoso crimen contra Yuliana (la niña de siete años que fue torturada, violada y asesinada en Colombia hace poco) con el tema de las “cartillas” que querían y quieren imponer ideología de género. Es necesario hacer claridad al respecto.
Hay que distinguir entre la depravación individual y la depravación institucional. Una cosa es un robo en la calle; otra cosa es una ley que permite que se robe por ejemplo a los más pobres. Lo primero es triste y traumático pero es una situación personal; lo segundo es una puerta abierta a multitud de abusos. Aplica la analogía para este tema sexual.
Las “tales cartillas” no eran un juguete. No eran una anécdota: eran y son instrumentos para destrucción afectiva, moral y sexual de generaciones de seres humanos. Es elemental entonces que los mismos que sentimos ira y repugnancia frente al crimen de Yuliana sintamos rechazo enérgico a la depravación institucional, así la promueva el gobierno.