“Es doloroso preguntarse cómo puede ser que, habiendo tan grande y numeroso Magisterio, abunden de tal manera los prejuicios, los tópicos antidoctrinales, las herejías y los errores en la mente católica de hoy en general, salvo excepciones. Que contando con un cuerpo doctrinal tan extenso y formidable, sean tantos, tantos los católicos que andan perdidos, perdidísimos en cuestiones dogmáticas, no es sólo llamativo, sino clamoroso; más bien es dramático, y nos hace pensar en una crisis de proporciones pandémicas…”
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