“La liturgia realiza el mandato que el Señor dio: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo darás culto» (Dt 6,13) que repite Jesús a Satanás al ser tentado (Mt 4,10). El culto a Dios es la expresión sensible y visible, interior a la vez que exterior, del reconocimiento y entrega obediente a Dios de la fe. El culto y la adoración son signos humildes que proclaman la grandeza absoluta y única del Señor…”
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