El reloj de la Contemplación
* Resumen de lo encontrado en el recorrido hasta ahora.
(1) Humildad y Sufrimiento ? Moisés.
(2) Combate y Belleza ? David
(3) Soledad y Silencio ? Nos recuperamos a nosotros mismos y aprendemos a ser hermanos.
(4) Memoria y Símbolos ? En la Contemplación no hay blanqueo de mente, más bien hay conexiones y analogías que permanecen.
(5) Corazón. ? Conocimiento propio de la Biblia más allá de los sentimientos, lo que se busca es un conocimiento sapiencial.
* Todas estas indicaciones, invitaciones y puertas para tomar en serio nuestra vocación como consagrados a contemplar. Este reloj permite en una sola visión los contenidos del retiro hasta este momento. Pero, hay tres conceptos nuevos que aparecen: (1) Conocimiento de sí mismo, (2) Contrición y (3) Amor.
(1) – (2) Para estudiar el Conocimiento de sí mismo y la Contrición nos vamos a dejar ayudar por Baruc, un libro de la Biblia poco conocido. El profeta Baruc es a Jeremías como Josué es a Moisés. Igual que Josué acompañaba a Moisés, también Baruc era también un a modo de secretario de Jeremías. Eso sí hay que notar algunas diferencias en esta analogía entre Baruc y Josué:
* Josué y Moisés vivieron en un tiempo de victoria, tiempo de salida, el Éxodo, mientras que Baruc y Jeremías, aunque también salían iban desterrados y derrotados hacia Babilonia. Mientras que el libro de Josué cuenta las victorias de Dios, que son también del Pueblo, el libro de Baruc relata la derrota de un pueblo, es una meditación sobre lo sucedido al Pueblo de Dios, por su pecado.
* Se podría decir que Baruc es el reverso dialéctico de Josué. Así como el libro de Josué cuenta la victoria externa de Dios, en cambio el libro de Baruc cuenta otra victoria, ésta es interior, en la cual el corazón se arrepiente y entra en sí mismo.
* Vemos cómo el Conocimiento de sí va unido a la Contrición. Si la caída de Jericó es una representación de la victoria de Dios, a través del arrepentimiento y del dolor también hay una victoria divina.
* Decía San Agustín: “Tú estabas dentro de mí, pero yo estaba fuera.” Su conversión fue un movimiento hacia dentro, también en Baruc sucedió igual. El salmo 51 tiene una estructura muy parecida al libro de Baruc.
* David admite que ha pecado y que Dios es el bueno. Es una confesión penitencial.
* El libro de Baruc dice: “Leed este libro que os mandamos para que hagáis lectura pública en la Casa del Señor, el día de la fiesta y en días oportunos. Diréis: Al Señor Dios nuestro la justicia, a nosotros, en cambio, la confusión del rostro, como sucede en este día; a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros sacerdotes, a nuestros profetas y a nuestros padres. Porque hemos pecado ante el Señor…”
* El mundo actual esquiva la noción del pecado, como si así lo hiciera desaparecer:
(1) El término “pecado” se omite y se sustituye por error, equivocación y quizá la ética de situación (será para ti, pero para mí no).
(2) El arrepentimiento se presenta como algo negativo, porque te hunde, acompleja y te disminuye. Ahora la gente se ‘reinventa’ pero no se arrepiente.
(3) Vivimos en tiempo de pertinacia y obstinación ante el pecado. De ahí las marchas del orgullo gay, por ejemplo. Se cae en la vulgaridad, obscenidad y en el cinismo. El pecado se pondera, se celebra. El que no peca es un mojigato, anticuado y prisionero de prejuicios. Esto crea confusión.
* ¿Qué es el verdadero arrepentimiento cristiano? ¿Qué hacer?
(1) Darles fuerza interior y buena formación a los laicos para que sean fuertes, luchen y combatan ese pensamiento único que se quiere imponer. ¿Hay que despreciar esta gente, a los que promueven el pecado? No, ante los que están en pecado hay que aceptarlos a todos, pero no dejarlos dónde y cómo están.
(2) Dijo San Juan Pablo II que cuando se pierde el sentido del pecado se pierde el sentido de la gracia. Según San Agustín, frente el mal caben dos posturas: el cinismo o la desesperación–a menos que se descubra la contrición o arrepentimiento.
(3) El arrepentimiento es llegar a conocer la verdad. Es dejar de justificarse y tampoco se trataba de hundirse uno solo. Es un encuentro con la Verdad. Para que la Verdad resuene se necesita un Conocimiento de sí unido a la Contrición. A su vez, esa Verdad precisa de Soledad y Silencio para que nos cuestionemos.
(4) La Contrición es dolor del pecado pero con una convicción de misericordia. Soy un pecador pero con una oportunidad en mi vida, hay una esperanza.
* Leemos en Baruc: “… le hemos desobedecido y no hemos escuchado la voz del Señor Dios nuestro siguiendo las órdenes que el Señor nos había puesto delante. Desde el día en que el Señor sacó a nuestros padres del país de Egipto hasta el día de hoy hemos sido indóciles al Señor Dios nuestro y prestos en desoír su voz. Por esto se nos han pegado los males y la maldición con que el Señor conminó a su siervo Moisés el día que sacó a nuestros padres del país de Egipto para darnos una tierra que mana leche y miel, como sucede en este día. Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor Dios nuestro de acuerdo con todas las palabras de los profetas que nos ha enviado, sino que hemos sido, cada uno de nosotros según el capricho de su perverso corazón, a servir a dioses extraños, a hacer lo malo a los ojos del Señor Dios nuestro…”
* Baruc ha reconocido su pecado en el capítulo 2.
* El capítulo 3 se vuelve súplica. Ya reconocida la realidad y ahora no nos quedamos en la desesperación, sino que nos volvemos y clamamos a Dios para que nos escuche porque hay esperanza.
* Santa Catalina de Siena dice que el fundamento de toda vida espiritual está en el conocimiento de sí mismo. Sólo hay Contemplación si previamente ha habido Conocimiento de sí mismo para saber qué le desagrada y qué le agrada a Dios.