LECTIO 20160731

LECTURA ESPIRITUAL.

#LectioFrayNelson para el Domingo XVIII del Tiempo Ordinario

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La perla: descubrir el Evangelio

* Cuando alguien encuentra algo que le cambia todo. Hay gente así. ¿Qué pudo haber pasado en estas personas?

* La conversión es algo profundo, único y personal; sin embargo, hay rasgos comunes de la conversión, que conviene conocer porque nos ayudan a disponernos a la visita del amor de Dios.

1. Verle la cara al faraón

* Es darse cuenta uno a quién esta sirviendo realmente. ¿Quién es mi Señor? Al experimentar el desengaño nos preparamos para la conversión. La vida del pecado: yo suelto a Dios; la conversión: yo suelto mis ídolos y me vuelvo a Dios

2. Afrontar el pasado

* Miedos, resentimientos y absurdos acechan en los sótanos de nuestro corazón. Un fantasma es un miedo no derrotado ni afrontado.

* Los resentimiento surge ante las injusticias.

* Los absurdos son aquellas cosas incomprensibles y dolorosas que uno no sabe por qué pasaron.0

* Muchas personas no tienen cómo “digerir” su pasado. La samaritana es la imagen de una persona así pero Jesús hizo algo maravilloso en ella hasta el punto de permitirle mencionar su pasado. Cristo la hizo libre.

3. Recapacitar y confesar

* Lucas 15,17-18: el hijo pródigo “recapacitó” y decidió hablar, confesar su culpa.

* Recapacitar es dejar de echarle la culpa al mundo. Recapacitar es volverse capaz de asumir su propia vida. “Yo soy parte de que el mundo, mi familia… estén como están” Desde el momento en que uno recapacita se va soltando.

4. Darse cuenta que uno esta llamado a algo más grande y más bello

* ¿Qué estoy haciendo para que mi vida sea significativa, sea grande? No simplemente a los ojos del mundo. No como un perseguir la fama o el reconocimiento del mundo, sino como quien descubre su lugar único en el mundo.

5. Tomar en serio la eternidad

* Tomar conciencia de que el tiempo es limitado.

* La conciencia de que la muerte viene nos puede llevar a una buena reflexión: que no se nos apague la llama de la gracia y del amor de Dios.

LA GRACIA del Lunes 1 de Agosto de 2016

Necesitamos verdaderos pastores que nos muestren el camino del arrepentimiento y de la conversión, que nos anuncien que es tiempo de volver a Dios y de responder a su Palabra.

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Breve ordo para la semana del 31 de julio al 6 de agosto de 2016

Videos de micro-homilías para esta semana:

https://www.youtube.com/playlist?list=PLRmr1_QLb8pdCMH6ixBskZheJ8l4jTYNY


Liturgia de las Horas para esta semana:

31 de julio de 2016: Domingo XVIII del Tiempo Ordinario, ciclo C

Lunes 1 de agosto: Memoria de San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia

Martes 2:

Miércoles 3:

Jueves 4: Memoria de San Juan María Vianney, presbítero

Viernes 5:

Sábado 6: Fiesta de la Transfiguración del Señor


El peligro de pelear contra un solo monstruo

La figura del monstruo evoca aquello que tiene que ser combatido o de lo cual uno huye porque es un peligro inminente. Una parte considerable de la literatura universal contiene temas épicos en los que siempre sobresale un gran combate; a menudo se trata de luchar contra distintas clases de bestias potentes y crueles, persistentes y despiadados: auténticos monstruos, incluso si se trata de seres humanos.

Existe sin embargo el peligro, alimentado por Hollywood, de ver todo drama como una lucha contra un solo monstruo, con lo cual fácilmente se pierde de vista la complejidad que trae la vida misma y además se pierden del radar algunos enemigos.

Esto es particularmente cierto cuando se trata de nuestra vida cristiana. Es fácil concentrar las fuerzas en derribar a un enemigo que se considera muy peligroso y muy dañino pero sólo para caer en las fauces de otro monstruo que nos esperaba exactamente en el extremo opuesto.

Consideremos, por vía de ejemplo, el caso de una persona que ha quedado traumatizada porque alguna vez que fue a confesarse el sacerdote, de una manera insistente y casi enfermiza, le repetía preguntas y más preguntas. A un cierto punto el penitente ya no sabe distinguir entre los interrogantes oportunos y las cuestiones que parecen brotar de alguna forma de morbosidad. La experiencia que esta persona ha tenido confesándose puede describirse como una sala de torturas. Si luego esa persona va a hablar sobre el sacramento de la confesión, es muy posible que describa ante todo lo que la confesión no debe ser: una sala de torturas. Y por supuesto, eso es verdad, pero sucede que ese no es el único peligro que acecha con respecto a la confesión: y al concentrar toda la atención en un extremo, a saber, en el monstruo del rigor, esta persona puede olvidar que existen otros monstruos que también quieren destruir nuestra vida, como por ejemplo el monstruo del relativismo.

Lo contrario también puede pasar: una persona fastidiada del relativismo que encuentra en tantos lugares de la Iglesia considerará probablemente que el verdadero cristianismo tiene que ser estricto y tiene que estar marcado por el rigor. Por ese camino puede llegar a la intransigencia e incluso a la agresividad–que no es sino el resultado de haberse entregado al monstruo que nunca llegó a ver.

Por eso digo que hay gran peligro en eso de luchar contra un solo monstruo: si nos concentramos en el rigor, para rechazarlo, podemos caer en el relativismo; si por el contrario vemos como único enemigo al relativismo podemos caer en el rigor y volver al rigor nuestra religión. Lo trágico de ambas historias es que cada uno justificará su opción describiendo con detalle los horrores del monstruo dle que está huyendo–sin atinar a ver al mosntruo al que se está dando.

Hay ejemplos semejantes a la pareja dialéctica rigorismo – relativismo. Pero será mejor que los lectores interesados los añadan en sus comentarios.