La comparación entre racismo y homosexualismo ha sido una estrategia constante de imposición de la agenda LGBT. Obama por ejemplo, la ha usado repetidamente para presentar como un avance en la lucha contra la discriminación todo aquello que haga avanzar la ideología de género.
Pero, ¿es lógicamente consecuente ese modo de pensar? ¿De verdad es igual el hecho de tener piel blanca, cobriza o negra, al hecho de ser hetero- bi- u homosexual?
Es fácil darse cuenta de que el argumento que iguala discriminación racial con “discriminación” por orientación sexual simplemente prospera por la pereza mental que es tan frecuente en la raza humana y que dificulta hacer las necesarias distinciones.
Doy razones:
1. Cada niño nace con un color de piel. Nadie hasta ahora ha demostrado que se “nazca” homosexual o “trans.” El famoso, muy financiado y nunca encontrado “gen homosexual” es sólo un mito. De modo que no hay base natural en la orientación sexual que sea comparable con la concentración verificable de melanina.
2. Lo anterior implica que los abanderados de la ideología de genero deben echar mano de un argumento distinto: cada quien tiene derecho a definirse como quiera ante la sociedad; si alguien quiere ser socialmente algo distinto de lo que la biología manda, entonces la sociedad misma, y el Estado, deben respaldar esa decisión. Por ejemplo: si alguien nació biológicamente hombre pero quiere cambiar su registro civil y empezar a ser mujer desde hoy a las 12 de la noche, el Estado debe apoyar tal decisión. ¿Puede hacerse algo parecido con al raza? ¿Ha propuesto alguien seriamente que el Estado permita a todos que sus pasaportes digan “tez negra” si la persona es de raza blanca? Claro que no.
3. Una historia muy socorrida para suscitar simpatía hacia la fluidez en la orientación sexual es aquello de “Yo era una mujer encerrada en el cuerpo de un hombre…” Aparte de la antropología de juguete que una afirmación tal implica, que no equivale menos que a una especie de platonismo recocinado sin la menor crítica, imaginemos que alguien dijera: “Yo soy un blanco encerrado en el cuerpo de un negro” O en términos de nacionalidades y etnias: “Yo soy un europeo encerrado en el cuerpo de un colombiano…” Esas historias nadie las recibe. ¿Por qué? Porque no son comparables la raza y la orientación sexual.
4. Si uno pudiera hipotéticamente trasladar la argumentación de la discriminación racial a una discriminación como la que se supone que se da por orientación sexual, ¿cuál sería la razón lógica para no aplicarlo a otros tipos de comportamiento? Por ejemplo: el incesto. En este sentido, son más consecuentes los que sacan la consecuencia obvia de una postura voluntarista y subjetivista: puestos a aprobar el comportamiento homosexual, aprobemos de una vez todo lo que sea consentimiento entre adultos. Las sociedades sin embargo han tenido buenas razones, basadas de fondo en la biología y al corporalidad misma del ser humano, para no admitir que la voluntad humana es omnipotente–con lo que ello implicaría como sobrecarga para la sociedad.
5. Las opciones raciales no tienen de suyo ninguna consecuencia en cuanto al modo como se engendran y educan seres humanos, y por ello no cambian esencialmente el futuro de la sociedad. La admisión de la homosexualidad implica en cambio un hecho biológico sin precedentes por la sencilla razón de que la naturaleza ha ligado la procreación a la diferenciación sexual.
Se ve, pues, que la comparación con el racismo es insostenible y se ve que sobre la base de un sofisma no hay por qué admitir recursos legales.
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[Editado a partir de la respuesta a un comentario en este mismo blog.]