Seguramente es asunto de marketing. Parece que algunas cosas para alcanzar popularidad necesitan inventan nombres de otras partes del mundo. Se sabe por ejemplo que los helados Häagen-Dasz tomaron ese nombre, de apariencia escandinava, para darle categoría a una creación perfectamente norteamericana de “ice cream.” Algo parecido sucedió con el llamado “sudoku.” Inventado por el norteamericano Howard Garns en 1979, ganó popularidad mundial a partir del nombre japonés que adquirió en 1984. Algo semejante sucede con la propuesta de hoy. Yo lo llamo “granularidad” ; ahora algunos lo llaman “Método Kaizen.” Fue el modo típico de instrucción y trabajo de los aprendices y obreros voluntarios en la Edad Media pero ahora se presenta como una novedad bajo nombre también japonés: Kaizen, que quiere decir “mejoramiento.” La idea en todo caso es que son más eficientes las mejores continuas, así sean mínimas (granulares), que los pretendidos saltos de innovación total, que suelen tener curvas de aprendizaje muy empinadas.
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