Con todo gusto hago la siguiente profesión de fe:
1. Creo todo lo que enseña nuestra Iglesia Católica. Mi referencia inmediata es la Sagrada Escritura y considero como expresión viva del magisterio y la tradición el Catecismo de la Iglesia Católica como fue propuesto por el Papa Juan Pablo II. Por supuesto, entiendo que el magisterio y la tradición son realidades vivas en las que obra el Espíritu Santo, conduciendo a todo el pueblo de Dios hacia la verdad completa.
2. Considero como suprema autoridad de nuestra Iglesia, en materia de fe y costumbres, al Sucesor de Pedro, en el presente tiempo, el Papa Francisco, en quien reconozco potestad de magisterio y jurisdicción, inmediata y completa en todo el pueblo de Dios a él confiado por Jesucristo. Rechazo como ajena a mi fe cualquier sugerencia que niegue la verdad del ministerio petrino en el Papa Francisco.
3. Entiendo que, según lo explicado varias veces por diversos pontífices, no todo lo que enseña el Papa pertenece a su magisterio ordinario, y que además, no todo el magisterio del Papa, sino sólo una mínima parte, tiene el carácter de enseñanza infalible.
4. Entiendo como un deber mío de caridad orar cada día, en la Santa Misa, y también fuera de ella, por las intenciones del Papa Francisco, así como muy a menudo oro por las intenciones de mis superiores legítimos: mi Ordinario, que en el presente es el prior provincial de la Provincia Dominicana de Colombia, es decir, fray Said León Amaya, y los obispos de los lugares donde me encuentro, empezando por mi propio domicilio, en Bogotá, y luego en cada sitio donde ofrezco el ministerio de la predicación.
5. Considero un deber de caridad ilustrar con espíritu generoso y fraterno la fe de mis hermanos, pues tal es la misión propia de mi comunidad religiosa. Si bien esto implica entrar en cuestiones disputadas o asuntos a veces difíciles, mi deseo es presentar siempre la fe que hemos recibido de los apóstoles y que tiene precio de la Sangre de Cristo. El ejercicio de este deber trae a veces aplausos y a veces insultos. Mi propósito es no mirar ni a izquierda ni a derecha sino servir al Señor con alegría.