¿Es histórica la matanza de inocentes?

“El evangelio de san Mateo cuenta que el rey Herodes, al ver que los magos no volvían con información acerca del Mesías, mandó matar a todos los niños varones menores de dos años en Belén (Mt 2, 16). Este dramático evento es parte esencial de toda narración de la navidad, pero a veces es puesto en duda por tener un supuesto origen mítico. A la sensibilidad moderna le parece inverosímil que un gobernante ordene la muerte de todos los niños en un pueblo, y que un hecho tan extraordinario no quedara registrado en otras fuentes históricas…”

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Un testimonio del P. Emiliano Tardif sobre la sanación interior

Lo más hermoso que he encontrado en la Renovación Carismática es lo que se llama “la sanación interior”. Así como nuestro cuerpo es atacado por diferentes enfermedades, también interiormente podemos estar enfermos de complejos, miedos, rencores y todo tipo de inseguridades. Multitud de casos físicos son sólo síntomas de desajustes psicológicos que, al ser curados, desaparecen.

Si nuestros sentimientos fueron heridos, nos volvemos desconfiados. Si recordamos que alguien nos traicionó, sentimos rechazo contra todos. A veces hemos sido defraudados en el amor, y desde entonces nuestro corazón se cierra a toda manifestación de cariño.

Sin embargo, Jesús ha venido a curar los corazones destrozados y nos ofrece un corazón nuevo. Es maravilloso descubrir cómo el Evangelio está lleno de este tipo de sanaciones.

¡Cuántas veces queremos mejorar, pero no podemos!. Nos falta fuerza de voluntad y nuestro carácter no puede superar las adversidades. Otras veces creemos que son los otros lo que deben cambiar y se lo exigimos, sin resultados. Al contrario, parece que se acentúa más el problema. Todos estamos heridos y por eso no tenemos fuerzas para superar nuestras limitaciones.

Yo, personalmente, he vivido la gracia de la sanación interior. Durante toda mi vida había tenido problemas al menor contacto con la sangre. Cuando me tocaba atender a un moribundo que sangraba, era un gran sacrificio y, por más esfuerzo que hacía, no llegaba a controlarme.

Viendo una película de guerra donde había mucha sangre, comencé a sudar frío y creí que me iba a desmayar. Me sentía mal, y tuve que salirme.

Un día vino Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo a dar un retiro. Durante la Misa oró por la sanación de las heridas de la memoria, recorriendo las distintas etapas de la vida. Mientras oraba por la sanación de las heridas de la niñez, yo recordé que cuando tenía cinco años, un día me enfadé con mi hermano de seis años. Yo tenía un cortaplumas en la mano y se lo tiré. Le cayó en el brazo y comenzó a brotar mucha sangre. Me asusté mucho al ver su brazo teñido de rojo. Aunque me olvidé de aquel incidente, me quedó un problema cada vez que veía sangre. Mientras Mons. Uribe oraba, me vino a la mente este acontecimiento y le pedí al Señor que me sanara de este recuerdo.

Después he ido a los hospitales a ver enfermos con heridas de accidentes graves y ya no me produce esa reacción de hemofobia. Gracias a esta sanación interior estoy curado.

Fundamentos de la predicación, 1 de 4: Marco teórico

[Serie de conferencias ofrecidas en la Cátedra “Pedro de Córdoba” de la Universidad Santo Tomás, en Bogotá, durante el segundo semestre de 2015.]

2015-09-22 16.14.27

I. Algunos principios iniciales

1. Todos podemos aprender de todos pero nadie es fotocopia de nadie.

2. El impacto que la Palabra tenga en ti da una idea del impacto que tu palabra de predicación tendrá en otros. Una definición de “contemplar” es “dejase impactar.” De ahí la importancia del silencio y de la oración.

3. Todo ministerio de predicación es un ministerio de conversión. Predicamos para que suceda en cambio. De otro modo, la predicación será sólo un entretenimiento, un barniz superficial, o una conversación erudita pero finalmente estéril entre especialistas. Por eso hemos de comprender que toda predicación lleva a un punto: “escoge entre Dios y tu pecado.” Encontraremos rechazo; no que debamos buscarlo pero sí que sepamos que lo primero no es agradar, lucirse ni menos obtener beneficios económicos.

4. Las almas, los corazones, son de Dios. Sólo Él es el que conquista y vence. Por eso no debemos echarnos automáticamente la culpa cuando no llegan los frutos que uno quisiera. Y sobre todo, que no debemos adueñarnos de nadie, al estilo de aquellos sacerdotes que piden o exigen que un alma se confiese solamente con ellos. Lo nuestro es ser “acueducto,” al modo de la Virgen María.

5. No existen “recetarios” que nos hagan automáticamente buenos predicadores. Seguramente en la predicacion se cumple la ley de las 10.000 horas de práctica. No todo será acierto desde el principio.

II. Bases teóricas de la predicación

* Podemos decir que la Palabra es el ingrediente básico de la predicación.

1. Singularidad de la Sagrada Escritura, que nos revela por qué requerimos de este alimento.

1.1 Literatura nacional que no exalta al propio pueblo.

1.2 Aunque somos libres, el tiempo tiene una dirección, y ello revela el reinado de un Dios sapiente y providente.

1.3 La distinción entre Creador y creatura: el universo no es fruto de coacción, emanación o carencia en Dios; sólo puede ser fruto de una decisión libre, poderosa, sabia y sobre todo, amorosa. Existir ya es una victoria.

1.4 La revelación de la gracia, que va más allá de la simple compasión que vence la distancia mayor, la que ha permitido ir de la santidad a la miseria del pecado.

2. Características del lenguaje bíblico

2.1 El tono dominante en la Biblia es lo “testimonial” que supera la disputa estéril que nace de la falsa división entre lo completamente objetivo y lo puramento subjetivo.

2.2 Lo revelatorio y su relación con dos extremos: lo formal y con lo arcano. Ejemplo típico de tal lenguaje son las parábolas, con su culmen en la Cruz de Cristo que, a quien sabe contemplara, finalmente se le vuelve “transparente.”

2.3 Lo eclesial como contexto que da sentido y lugar a la predicación y a la conversión misma. Lo externo, en la obra de los apóstoles, y lo interno, con la confirmación de la acción del Espíritu.

3. Las obras y las palabras

* Nos enseña la Constitución Dei Verbum que Dios se revela por obras y palabras. Es bueno comprender la relación entre unas y otras.

3.1 Las solas palabras quedan reducidas a opiniones que nada construyen sino sólo relativismo.

3.2 Las solas obras, por ejemplo, el limitarse a “ser bueno,” no superan la ambigüedad.

3.3 La revelación sólo es perfecta en la complementariedad de obras y palabras. Mi primera “palabra” es mi vida y mi verdadera “vida” es la Palabra: tal es la vocación del predicador.

3.4 De ahí la importancia del “trípode” de que nos habla Dei Verbum: Biblia, Tradición y Magisterio.

Oración para el Año de la Misericordia

Señor Jesucristo,
tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo,
y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él.
Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero;
a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura;
hizo llorar a Pedro luego de la traición,
y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.
Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana:
¡Si conocieras el don de Dios!
Tú eres el rostro visible del Padre invisible,
del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia:
haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.
Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad
para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error:
haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción
para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor
y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres
proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos
y restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia,
a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
Amén.

Un detalle olvidado en el credo de la Misa

El domingo me traje el Misal Romano de la Iglesia para leer las rúbricas de la celebración Eucaristica y cuando llego a la parte del Credo me encuentro con que hay que hacer una inclinación cuando decimos ” FUÉ CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL E. S. , NACIÓ DE SANTA MARIA VIRGEN.” eso jamás vi que nadie lo hiciera, ni jamás me lo enseñaron, y los muchos sacerdotes a los que les he escuchado decir la Santa Misa, nunca han dicho nada al respecto….La pregunta es: las rubricas son para cumplirlas en parte, en su totalidad o depende de criterios de cada celebrante? – DK

* * *

Gracias por tu confianza. Efectivamente, esa es una rúbrica olvidada. Un signo externo: inclinar la cabeza es un recordatorio público de nuestra infinita gratitud, de nuestra adoración, y de cómo todos hemos de abajarnos frente a aAquel que se abajó por puro amor a nosotros.

Ahora bien, tal inclinación es en su raíz un gesto de AMOR. Y el amor hay que saber pedirlo y hay que saber darlo. Así sucede con todo en la liturgia: una buena y amorosa exhortación ayuda más que un regaño o el lenguaje de la ley por la ley. Nuestros contemporáneos vibran poco con el argumento de que “el ritual dice…” Y aunque deben importarnos nuestros preciosos rituales, el camino va más por hacer amar.

La buena catequesis y a buena predicación pueden ayudar mucho en ello.