[Serie de conferencias ofrecidas en la Cátedra “Pedro de Córdoba” de la Universidad Santo Tomás, en Bogotá, durante el segundo semestre de 2015.]
* Como tantas palabras, la “predicación” tiene un sentido estricto y un sentido amplio. En un sentido estricto, la predicación propiamente dicha (PPD) es aquello que contiene el corazón del mensaje de la fe cristiana; lo más directo y propio; aquello que diferencia nuestra propuesta cristiana frente a otras propuestas humanistas, filosóficas o religiosas.
I. Características de la PPD
* El mensaje cristiano tiene un vocabulario básico que es de interés propio de la comunidad creyente, la Iglesia. Si los cristianos desapareciéramos los cristianos, qué desaparecería del mundo? Muchas cosas podrán encontrarse en otras posturas existenciales, incluyendo realidades buenas y constructivas, pero sólo el creyente se preocupará cuando ve que las palabras y los símbolos fundamentales de su fe son omitidos.
* Las palabras centrales y fundamentales de nuestra fe empiezan con el nombre de Jesucristo, como pregunta que desestabiliza y como respuesta que ilumina y sostiene. Luego tenemos la palabra gracia, es decir, la conciencia de que la transformación profunda de la vida humana sólo llega como donación de amor que precisamente se hace presente en Cristo, y de modo pleno, en el sacrificio de la Cruz.
* La súplica eficaz de Cristo en la Cruz merece para nosotros la efusión del Espíritu Santo. Creer en el Espíritu es creer que Dios está creando una realidad nueva, un pueblo nuevo, que es la Iglesia, y que el nivel de acción del Espíritu no está determinado simplemente por la naturaleza que le recibe porque este es Espíritu creador.
II. La PPD acompaña la vida del cristiano
* Llamados a una vida plena en el Espíritu, sabemos, sin embargo, que hay un camino a recorrer. Grandes autores han presentado ese camino en tres grandes etapas, grados o “vías.”
* Cabe recordar que antes del camino hay una especie de “atrio” que son los preámbulos de la fe, es decir, el conjunto de argumentos y habilidades necesarias para despejar el camino que permite anunciar abiertamente al Señor.
(1) En la primera fase del camino lo que destaca es el encuentro mismo con la gracia por medio del kerigma.
(2) En la segunda fase, lo principal es la formación intelectual a través de la catequesis, y la formación de la voluntad a través del cultivo de la virtud.
(3) La tercera fase es la propia de la vida mística, en la que el cristiano siente deseo vivo de unir su propio ser al ser de Cristo, en su Pasión y en su Pascua.
III. La PPD acompaña la vida de la Iglesia
* El cristiano no es una isla ni una mónada. Como ya se dijo, desde el principio el misterio de nuestra salvación está entretejido con el camino de la gracia en los hermanos. Por eso la PPD no puede quedarse en el acontecer individual. Un mínimo de formación en este aspecto eclesial ha de contener:
(1) La relación que lleva del Antiguo al Nuevo Testamento; el paso de la promesa al cumplimiento y de la figura (alianza de Moisés) a la realidad (alianza en Jesús).
(2) Liturgia: ciclos, símbolos y sacramentos.
(3) Historia: de la Biblia a la Patrística; consolidación de la enseñanza conciliar y magisterial; algo sobre cuestiones disputadas de nuestro tiempo.
(4) Qué es una cosmovisión cristiana; cuál es y cuál ha de ser el impacto de la comunidad creyente en el mundo.
(5) Hagiografía: los santos como altas realizaciones del camino cristiano.
(6) Saberes complementarios sobre la vida de la Iglesia; por ejemplo, Derecho Canónico o más sobre la Historia misma de la Iglesia.
(7) Elementos de hermenéutica cristiana, como teología de la Historia, y como capacidad de leer los signos de los tiempos.
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