“De vez en cuando, desde antiguo y con cierta frecuencia últimamente, se oye decir a algunos contra el juicio que acabas de formular respecto a ciertas personas: “Nadie puede aseverar de fulano que es malo, ni que se porta mal, puesto que dijo el Señor: No juzguéis y no seréis juzgados”. El interlocutor reprendido se queda paralizado, boquiabierto, confundido, no sabe cómo salir del atolladero. Resulta que quién moralizaba contra los perversos se encuentra inmovilizado por el citante del Evangelio. La verdad es que lo han desmoralizado con un sofisma. Veamos…”
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