Dijo Jesucristo:
Si ese dolor tuyo
pudiera ser explicado,
sería menos dolor
pero en realidad no podría llamarse “cruz.”
Si ese dolor que te agobia
fuera bien justificado,
mucho menos dolería
pero no podría llamarse “cruz.”
Si ese dolor intenso
fuera precio que te has buscado,
esa sola reflexión
haría más razonable la pena
pero ya no sería del todo “cruz.”
Si ese dolor absurdo
te dejara ya ver su final,
ese consuelo lo haría menor
pero ya no se llamaría “cruz.”
Si ese dolor que tú tienes
vieras que todos lo tienen,
la multitud de dolientes
haría menor el dolor
pero también sería menor en cuanto “cruz.”
Si ese dolor que te enfada
con claridad se viera de qué sirve,
algo menos dolería
pero no sería digno de llamarse “cruz.”
Si ese dolor que te rodea
te diera respiro de tanto en tanto,
como dolor sería menor
pero ya no podría llamarse “cruz.”
Precisamente porque carece de razones y justicia;
y porque no lo buscaste sino que te buscó,
y porque no se ve cuándo termina,
ni se sabe por qué ahora y a ti,
ni se entiende cuál es su fruto;
precisamente por ello,
y porque no se cansa de cansarte,
por eso es Cruz,
porque al fin se parece a mi Cruz.
¡Al fin nos parecemos!