#CompletasFrayNelson para el Martes
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
El mensaje de Cristo trae claridad: se puede diferenciar lo bueno de lo malo; lo cual nos da libertad para luego reflejarse en nuestra familia y entorno.
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Padre acabé de leer este articulo y me confundo en lo que creo sobre la resurrección, aunque Dios es mas poderoso que mi pensar, y lo que piensan los científicos, pero que argumentos puedo darme ante esta realidad? Padre que el Espíritu Santo nos siga iluminando. – L.E. El artículo dice en su introducción: “A principios de este año, una niña tailandesa de 2 años se convirtió en la persona más joven sometida a congelación criónica, preservando su cerebro momentos después de su muerte con la esperanza de que algún día pueda ser traída de vuelta a la vida…”
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Con una noticia tan particular hay que hacer distinciones a varios niveles.
A nivel filosófico, tenemos un problema con la definición de “persona.” Lo que se ha preservado de esa niña, de nombre Matherym Naovaratpong, es su cerebro, usando una técnica sofisticada que intenta conservar al máximo la estructura celular, incluyendo las débiles membranas de las neuronas. ¿Es equivalente una persona a su cerebro? No, pero de tanto usar computadores terminamos por pensar que quien se lleva el “disco duro” de un ser humano, se ha llevado todo, o lo esencial. Pero ni el cerebro es disco duro, ni su memoria funciona como la de un disco duro, ni el cuerpo es simplemente un conjunto intercambiable de señales de “input.” Filosóficamente, pues, lo que ha sucedido es una múltiple mutilación de un cadáver, guiada por la idea de que el cerebro es la persona.
A nivel emocional, uno entiende el dolor de unos padres que a toda costa quieren hacerse ala idea de que su hija no está muerta sino como “dormida,” en una escena que recuerda un pasaje del Evangelio de San Lucas 8, 49-56. Si bien ese dolor merece todo nuestro respeto y cercanía, el solo dolor no puede crear una realidad como la que Cristo realiza en el pasaje mencionado. Suponiendo que ese cerebro, conservado en nitrógeno líquido, pudiera un día conectarse a “algo” que le sirviera de ingreso de datos, ese ser carecería de las experiencias básicas de la corporalidad: algo así como sentir que todo ha sido quitado de uno mismo. Tal existencia parece más un campo de tortura que una donación de vida. No parece éticamente correcto someter a alguien a semejante experiencia, ni hay por qué pensar que ese acontecer sería prolongación de la misma persona.
Propiamente un cerebro así congelado es un mecanismo, de sustrato biológico (no en sílice, por ejemplo), que recoge algunos automatismos de lo que fue una persona humana. Pero para todos los efectos, esa persona está muerta, y mucho más se puede hacer por ella orando como oramos por los difuntos. Así como una momia conserva parecido estático con lo que fue una persona, la criopreservación conserva un parecido dinámico, basado en la supervivencia de tejidos neuronales. De nuevo: es comprensible el dolor pero no es éticamente correcto.
” “¿Cómo hace el demonio para alejarnos del camino de Jesús? La tentación comienza levemente, pero crece: siempre crece. Segundo, crece y contagia a otro, se transmite a otro, trata de ser comunitaria. Y, al final, para tranquilizar el alma, se justifica. Crece, contagia y se justifica”, advirtió el Papa Francisco en abril del 2014…”
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