Breve ordo para la semana del 23 al 29 de agosto de 2015

Videos de micro-homilías para esta semana:


Liturgia de las Horas para esta semana:

Domingo 23 de agosto de 2015: Domingo XXI del Tiempo Ordinario, ciclo B

Lunes 24: Fiesta de San Bartolomé, apóstol

Martes 25:

Miércoles 26:

Jueves 27: Memoria de Santa Mónica

Viernes 28: Memoria de San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia

Sábado 29: Memoria del Martirio de San Juan Bautista


breviary

No te dejes quitar…

  1. Que la prudencia no te quite la audacia.
  2. Que la alegría no te quite la profundidad.
  3. Que la soledad no te quite la ternura.
  4. Que el aplauso no te quite la independencia.
  5. Que la abundancia no te quite la gratitud.
  6. Que la escasez no te quite la generosidad.
  7. Que el sufrimiento no te quite la serenidad.
  8. Que el éxito no te quite la humildad.
  9. Que la compasión no te quite la justicia.
  10. Que la justicia no te quite la compasión.
  11. Que el bienestar no te quite la oración.
  12. Que la creatura no te quite al Creador.

Primero publicado en mi cuenta de Twitter.

Una visión teológica de la política

377 El pueblo de Israel, en la fase inicial de su historia, no tiene rey, como los otros pueblos, porque reconoce solamente el señorío de Yahvéh. Dios interviene en la historia a través de hombres carismáticos, como atestigua el Libro de los Jueces. Al último de estos hombres, Samuel, juez y profeta, el pueblo le pedirá un rey (cf. 1 S 8,5; 10,18-19). Samuel advierte a los israelitas las consecuencias de un ejercicio despótico de la realeza (cf. 1 S 8,11-18). El poder real, sin embargo, también se puede experimentar como un don de Yahvéh que viene en auxilio de su pueblo (cf. 1 S 9,16). Al final, Saúl recibirá la unción real (cf. 1 S10,1-2). El acontecimiento subraya las tensiones que llevaron a Israel a una concepción de la realeza diferente de la de los pueblos vecinos: el rey, elegido por Yahvéh (cf. Dt 17,15; 1 S9,16) y por él consagrado (cf. 1 S 16,12-13), será visto como su hijo (cf. Sal 2,7) y deberá hacer visible su señorío y su diseño de salvación (cf. Sal 72). Deberá, por tanto, hacerse defensor de los débiles y asegurar al pueblo la justicia: las denuncias de los profetas se dirigirán precisamente a los extravíos de los reyes (cf. 1R 21; Is 10, 1-4; Am 2,6-8; 8,4-8; Mi3,1-4).

378 El prototipo de rey elegido por Yahvéh es David, cuya condición humilde es subrayada con satisfacción por la narración bíblica (cf. 1 S 16,1- 13). David es el depositario de la promesa (cf. 2 S 7,13-16; Sal 89,2-38; 132,11-18), que lo hace iniciador de una especial tradición real, la tradición « mesiánica ». Ésta, a pesar de todos los pecados y las infidelidades del mismo David y de sus sucesores, culmina en Jesucristo, el « ungido de Yahvéh » (es decir, « consagrado del Señor »: cf. 1 S 2,35; 24,7.11; 26,9.16; ver también Ex30,22-32) por excelencia, hijo de David (cf. la genealogía en: Mt 1,1-17 y Lc 3,23-38; ver también Rm 1,3).

El fracaso de la realeza en el plano histórico no llevará a la desaparición del ideal de un rey que, fiel a Yahvéh, gobierne con sabiduría y realice la justicia. Esta esperanza reaparece con frecuencia en los Salmos (cf. Sal 2; 18; 20; 21; 72). En los oráculos mesiánicos se espera para el tiempo escatológico la figura de un rey en quien inhabita el Espíritu del Señor, lleno de sabiduría y capaz de hacer justicia a los pobres (cf. Is 11,2-5; Jr 23,5-6). Verdadero pastor del pueblo de Israel (cf. Ez 34,23-24; 37,24), él traerá la paz a los pueblos (cf. Za 9,9-10). En la literatura sapiencial, el rey es presentado como aquel que pronuncia juicios justos y aborrece la iniquidad (cf. Pr 16,12), juzga a los pobres con justicia (cf. Pr 29,14) y es amigo del hombre de corazón puro (cf. Pr 22,11). Poco a poco se va haciendo más explícito el anuncio de cuanto los Evangelios y los demás textos del Nuevo Testamento ven realizado en Jesús de Nazaret, encarnación definitiva de la figura del rey descrita en el Antiguo Testamento.

 


Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

Lo que hay detrás del fraude científico

“Estamos enamorados de la ciencia: colados, prendados, totalmente seducidos. Nos tiene loquitos: según las ‘Encuestas de la Percepción Social de la Ciencia’, cuanto más científica es una profesión, más respeto social acumula. Es lógico, pese a sus pequeños fallos, sus manías y sus bombas nucleares, nos ha dado un mundo que nunca habríamos soñado tener. Pero como demuestran todas las series sobre institutos americanos, el amor está indeleblemente unido a la traición y el engaño. En ciencia también…”

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