Caen las máscaras del macabro negocio del aborto

A pesar de la despreciable complicidad de las grandes cadenas de noticias, que cuando quieren arman escándalo de lo que quieren, poco a poco van saliendo a luz cifras increíbles en cuanto a las ganancia que produce el aborto a empresas de muerte como Planned Parenthood; al mismo tiempo se revelan grados escalofriantes de insensibilidad y cinismo. Semejante abismo de inmoralidad financiada parecería tragarse para siempre a quienes allí trabajan pero la sorpresa es que sí hay gente que ha salido de ese medio y han tenido una conversión.

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Nada es demasiado pequeño para un alma grande

Hacía frío. Dos monjes piadosos, uno muy joven y otro muy mayor hacían su rato de oración en el templo de la gran abadía. Por calentarse un poco, el monje mayor empieza a caminar por el corredor central, que va al altar mayor.

Hacia la mitad de la iglesia, el joven, con más calorías, permanece sentado por tiempos, y por tiempos se postra, de modo que puede sentir el paso ágil del mayor en sus recorridos hacia el altar y luego hacia la puerta, a ritmo sostenido.

Llevado en parte por la piedad, el joven preguntó:

– Cuando vas hacia el altar, ¿qué pensamiento viene más a tu mente?

– Que es el Señor quien me está llamando, respondió el anciano monje.

– Pero entonces, al alejarte de nuevo en tu recorrido, ¿sientes que te apartas de él?

– No. Siento que el mismo Señor que me llama a amarle, luego me envía a amar a mis hermanos.

El muchacho se quedó admirado de cómo aún en lo más pequeño puede haber grandes mensajes para las almas grandes.

Acercarse al pensamiento de Platón, 1 de 6: ¿Por qué filosofar?

[Curso especial ofrecido en el Convento de Santo Domingo de Bogotá, en Junio de 2015.]

Tema 1 de 6: ¿Por qué filosofar?

* ¿Por qué filosofar? La filosofía en cuanto cuestionamiento obstinado sobre el por qué y el sentido de las cosas es inevitable ya que es connatural al ser humano. Por eso, cuanto menos filosofemos, más útiles somos a los intereses de los poderes que ya saben que hacer con nosotros porque el espacio de pensamiento siempre es un espacio de libertad y cuando se quiere dominar a la gente, una consigna es que no piense.

* Es importante distinguir entre la ciencia y la filosofía. La ciencia se ocupa de constatar el “ser”, no es parte de su oficio el “deber ser”. La sola acumulación de datos científicos no da por sí misma sabiduría.

* Hay un modo de ver la inteligencia, muy en boga hoy en día, que propone que la inteligencia humana es homogénea con la inteligencia animal; grave error que deja perder lo propio de la inteligencia humana.

* Por contraste, un filósofo como Xavier Zubiri distingue dos formalidades: formalidad estimúlica, centrada en estímulos (en el “para mí”), propia del comportamiento animal y la formalidad de realidad, propia del comportamiento humano, que se centra en las preguntas; facultad que permite interesarse por el “en sí” de las cosas, y que así se preocupa por el “ser” y la “verdad.”

Consignas que recibieron los primeros franciscanos evangelizadores de México

Reunidos los Doce, el P. General quiso verles y hablarles a todos ellos, y darles una Instrucción escrita para que por ella fielmente se rigiesen. Este documento, que como dice Trueba (Doce 23) es la Carta Magna de la civilización mexicana, merece ser transcrito aquí, aunque sea en forma extractada:

«Porque en esta tierra de la Nueva España, siendo por el demonio y carne vendimiada, Cristo no goza de las almas que con su sangre compró, me pareció que pues a Cristo allí no le faltaban injurias, no era razón que a mí me faltase sentimiento de ellas. Y sintiendo esto, y siguiendo las pisadas de nuestro padre San Francisco, acordé enviaros a aquellas partes, mandando en virtud de santa obediencia que aceptéis este trabajoso peregrinaje».

Les recuerda, en primer lugar, que los santos Apóstoles anduvieron «por el mundo predicando la fe con mucha pobreza y trabajos, levantando la bandera de la Cruz en partes extrañas, en cuya demanda perdieron la vida con mucha alegría por amor de Dios y del prójimo, sabiendo que en estos dos mandamientos se encierra toda la ley y los profetas».

Les pide que, en situación tan nueva y difícil, no se compliquen con nimiedades: «Vuestro cuidado no ha de ser aguardar ceremonias ni ordenaciones, sino en la guarda del Evangelio y Regla que prometisteis… Pues vais a plantar el Evangelio en los corazones de aquellos infieles, mirad que vuestra vida y conversación no se aparten de él» (Mendieta III,9).

Los Doce estuvieron el mes de octubre de 1523 reunidos con el General de la orden, en el convento de Santa María de los Angeles. El día 30 les dió éste la patente y obediencia con que habían de partir. Y allí les abre otra vez su corazón: «Entre los continuos trabajos que ocupan mi entendimiento, principalmente me solicita y acongoja de cómo por medio vuestro, carísimos hermanos, procure yo librar de la cabeza del dragón infernal las almas redimidas por la preciosísima sangre de Nuestro Señor Jesucristo, y hacerlas que militen debajo de la bandera de la Cruz, y que abajen y metan el cuello bajo el dulce yugo de Cristo».

Los frailes han de ir «a la viña, no alquilados por algún precio, como otros, sino como verdaderos hijos de tan gran Padre, buscando no vuestras propias cosas, sino las que son de Jesucristo [+Flp 2,21], el cual deseó ser hecho el último y el menor de los hombres, y quiso que vosotros sus verdaderos hijos fuéseis últimos, acoceando la gloria del mundo, abatidos por vileza, poseyendo la muy alta pobreza, y siendo tales que el mundo os tuviese en escarnio y vuestra vida juzgasen por locura, y vuestro fin sin honra: para que así, hechos locos al mundo convirtiéseis a ese mismo mundo con la locura de la predicación. Y no os turbéis porque no sois alquilados por precio, sino enviados más bien sin promesa de soldada» (ib.).

Y así fue, efectivamente, en pobreza y humildad, en Cruz y alegría, en amor desinteresado y pleno, hasta la pérdida de la propia vida, como los Doce fueron a México a predicar a Cristo, y formaron allí «la custodia del Santo Evangelio».


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

¿Quería Dios Padre la muerte de su Hijo en la Cruz?

Aprovecho para hacerle una consulta, querido Fray Nelson: recientemente escuché la prédica de un sacerdote que dijo más o menos lo siguiente: “que no era la voluntad de Dios el que Jesús padeciera tanto en este mundo y llegara a morir en la cruz, ya que siendo Dios todo Amor, su voluntad sí era que Jesús nos enseñara cómo llegar a Dios, pero no necesariamente a través del sufrimiento en la cruz. Que el episodio de la cruz se lo debemos atribuir a las decisiones equivocadas de los contemporáneos de Jesucristo. Luego explicó que no es la voluntad de Dios el que nosotros suframos en este mundo, sino que sufrimos por las malas decisiones que tomamos”. Yo pienso que en gran parte tiene razón, pero hay algo que me dejó incómodo: por ejemplo, si la enseñanza de este sacerdote es del todo cierta, ¿cómo interpretar entonces la Oración de Jesús en Getsemaní, según San Lucas: “Padre, si quieres aleja de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”? Entendiendo por “cáliz” todo el sufrimiento de la pasión, y sabiendo que sí sucedió, y que sucedió a la perfección, con una entrega completa, podríamos concluir que el sufrimiento de Jesús sí fue la voluntad de Dios Padre, ya que no hubo “cambio de planes” a causa de la oración de Jesús en Getsemaní. Me haría usted la caridad de comentar sobre la posición de este sacerdote? Sé que no es una cuestión de “blanco y negro”, pero en verdad, me quedé con una gran inquietud espiritual, y estoy seguro que usted puede ayudar a sosegarla. — A. Lemus.

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La muerte de Cristo en la Cruz es uno de los misterios más profundos de nuestra fe. Por algo dijo san Pablo que la Cruz era “escándalo para los judíos y necedad para los griegos” (1 Corintios). Lo cual explica también la especie de urgencia que algunos sienten de eliminar lo “escandaloso” de la Cruz por ejemplo usando el recurso que usó el sacerdote que se menciona en esta consulta; en tal caso, el argumento va de esta manera: la muerte de Cristo no era algo que Dios quería sino sólo el resultado de las decisiones erróneas de los contemporáneos del Señor. Cosas parecidas han dicho autores de gran renombre actualmente, como el sacerdote y teólogo español José Antonio Pagola. La fe, así presentada y falsificada, resulta bastante más fácil de aceptar porque produce menos choque en nuestra mente. Continuar leyendo “¿Quería Dios Padre la muerte de su Hijo en la Cruz?”