* A partir de algunos relatos de la vida real llegamos a un descubrimiento importante: en las circunstancias más adversas el ser humano busca en su interior–a menudo en su pasado–un recinto de verdad, de autenticidad, de trascendencia.
* Es importante darse cuenta que este espacio de libertad y verdad existe siempre porque es la puerta que Dios siempre deja abierta para que volvamos a Él. Podemos y debemos proclamar que Él ya nos está esperando ahí.
* Los monjes medievales hablaron de ese “lugar” de nuestro corazón como la “centella del alma” (scintilla animae). Podemos decir que es una luz que anuncia el camino hacia la conversión y hacia el encuentro pleno con el Señor.
* No importa lo que haya sucedido en nuestra vida, Cristo está presente ya, aquí y ahora, para brindarnos las luces, consuelos, gracia y fortaleza necesarios para reorientar nuestra vida de cara a Dios.
* Ese es el fundamento de la sanación interior: la acción real, profunda y transformante de Cristo, desde lo más hondo de nuestro ser y desde lo más profundo de nuestras raíces y nuestro pasado.