Las letras de la palabra PERDONA nos ayudan a encontrar el sentido salvífico de las llagas de Cristo: Puertas, Esfuerzo, Reemplazo, Donación, Ofrenda, No más, Anuncio.
LA GRACIA del Domingo 5 de Abril de 2015
SOLEMNIDAD DE LA PASCUA DEL SEÑOR
La alegría de la Pascua es la primera alegría que conoce el cristiano.
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ESCUCHA, Cinco tips para tus visitas al Santísimo Sacramento
Si a veces has sentido que no sabes qué decir o que pierdes el tiempo cuando vas a visitar el Santísimo Sacramento, estos pasos y sugerencias te pueden servir:
(1) Recuerda quiénes Él. Te va a resulta muy útil cuanto recuerdes de pasajes bíblicos proféticos, o de los Evangelios, o de los escritos de los apóstoles.
(2) Recuerda quién eres tú. Toma conciencia de tu condición de creatura y de redimido. Te puede servir identificarte con personajes de los pasajes del Evangelio que nos presentan encuentros con Jesús: la pecadora perdonada o el publicano llamado a seguir a Cristo, por ejemplo.
(3) Recupera el sentido y el valor del silencio. Dale oportunidad a Dios de que te hable, te cuestiones, te consuele, o sencillamente, que su poder y su bondad vengan sobre ti.
(4) Después recuerda que hay distintos modos de oración y todos tienen su importancia: alabanza, acción de gracias, petición, perdón, intercesión, ofrecimiento.
(5) ¡Y no olvides que es necesario ser perseverantes si de veras queremos permitirle a Cristo-Eucaristía que transforme nuestras vidas!
De la pascua judía a la pascua cristiana
Tres enseñanzas importantes que podemos tomar de la Pascua judía nosotros los cristianos.
VÍSPERAS 20150403
#VisperasFrayNelson para el Viernes Santo
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Inolvidable mensaje de Pascua
El año mismo en que Dios lo llamaría a pasar de este mundo a la eternidad, es decir, a experimentar en sí la Pascua, el gran Papa Pablo VI envió este mensaje al mundo. Era el 26 de marzo de 1978, y al Papa le quedaban menos de cinco meses de vida sobre esta tierra.
¡Amadísimos hijos de la Iglesia de Dios! ¡Hermanos todos de la comunidad humana!
En este momento reunimos lo que aún nos queda de energía humana y también cuanto colmadamente existe en nosotros de certeza sobrehumana para transmitiros el eco bienaventurado del anuncio que atraviesa y renueva la historia del mundo: ¡Cristo ha resucitado! ¡Sí, nuestro Señor Jesucristo ha resucitado de la muerte y ha inaugurado una nueva vida: para Sí mismo y para la humanidad!
Cristo ha salido al encuentro de los hombres, aterrados ante el gran prodigio de su nueva existencia, con el saludo más sencillo y más maravilloso, el saludo de su paz: “Paz a vosotros” (Jn 20, 19-21), dijo El mismo apareciendo de nuevo entre sus discípulos.
Nosotros, herederos auténticos de aquella fortuna, lo saludamos maravillados de la inaudita novedad, con la conciencia exultante por la sorprendente realidad y con el gozo de que una nueva presencia del divino Maestro nos obligue a sentir su victoria sobre nuestra tímida incredulidad y a repetir con idéntico ímpetu las palabras del discípulo Tomás: “Señor mío y Dios mío” (Jn 20, 28).
De esta manera, Señor, mientras celebramos la verdad y la gloria de tu resurrección, la luz nos inunda y nos invade.
Sí, nosotros somos conscientes y gozamos de una seguridad nueva, que nos pone en comunión espiritual y viva contigo.
Sí, nosotros creemos. Nosotros podemos ofrecerte el don que nos viene de Ti, Cristo resucitado, el don de nuestra fe, de nuestra humilde pero ya gloriosa fe, de la que vivimos y por la que vivimos, según lo que nos ha sido enseñado, y que, en cierta medida, experimentamos en nuestro espíritu: “El justo vive de la fe” (Gál 3, 1.1),
Este debe ser, hijos y hermanos, nuestro fruto pascual: el fruto de la fe.
Debemos ser “fuertes en la fe” (1 Pe 5, 9).
Debemos adherirnos con total confianza a la Palabra de Dios que nos llega por el camino de la Revelación.
La Palabra de Dios debe ser el quicio de nuestra existencia humana, un quicio lógico y operativo (cf. Gál 5, 6).
Nosotros, que tenemos la suerte de profesarnos creyentes, debemos superar esos estados de pensamiento que nacen de opiniones discutibles, de ideologías construidas por la mentalidad humana o por intereses prácticos particulares, para reconocer a la fe los derechos de la Palabra de Dios, aunque de momento nuestro conocimiento de ella esté como reflejado en un espejo enigmático (cf. 1 Cor 13, 12); vendrá la revelación cara a cara, pero, mientras tanto, debemos ser fieles, con valiente coherencia, a la norma de pensamiento y de acción que nos trae la religión de Cristo, a través del Magisterio auténtico de la Iglesia, Madre y Maestra.
No tengamos miedo. Esta sabiduría sobrenatural no disminuye la libertad y el desarrollo que nos llega de la ciencia y de la experiencia de nuestro estudio natural, sino que más bien lo sostiene y lo integra en el descubrimiento del mudo lenguaje de la creación. Y recapitula en un superlativo diálogo de inteligencia y de amor la nueva Palabra que el Padre, mediante el Hijo, en el Espíritu Santo, se digna dirigir a nuestra humilde vida para asociarla a su plenitud.
No tengamos miedo a hacer del Credo, que nos ha sido garantizado por la resurrección de Cristo, la fama de nuestra esperanza (cf. Heb 11, 1). Hagamos todo lo posible por superar el fondo de duda, de escepticismo, de negación que se ha depositado en la mentalidad de tantos hombres, que se dicen modernos, por el mero hecho de ser hijos del tiempo. Tratemos más bien de ganar para nuestra paz y para nuestra misma actividad temporal la fuerza luminosa de la Palabra de Cristo: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn 8, 32).
Hijos y hermanos, éstos son nuestros votos de Pascua: que con al certeza de la fe podáis experimentar el gozo que nace de ella (cf. Flp 1, 23), de tal manera que podamos hacer nuestra la admirable plegaria de la Iglesia: “Ibi nostra fixa sint corda ubi vera sunt gaudia, que nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría” (cf. Oración colecta del XXI domingo del tiempo ordinario).
Sea ésta nuestra felicitación de Pascua, que ahora confirmamos con nuestra bendición apostólica.
Con criterio pero sin arrogancia: nuevas pistas en la crianza de los hijos
[Una entrevista a fray Nelson Medina por su hermano, el psicólogo Saulo Medina.]
Preguntas como:
* ¿Qué hace a la familia una institución distinta y particular en la sociedad?
* ¿Por qué decimos que hay ataques inéditos y muy fuertes contra la familia hoy?
* ¿Pueden identificarse estrategias que, en medio del relativismo presente ayuden a formar criterios morales estables en los hijos?
* ¿Cómo superar el fariseísmo que tienta a las familias que sienten que sí tienen criterio?
ALIMENTO 20150405
LAUDES 20150403
#LaudesFrayNelson para el Viernes Santo
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