¡Perdón, Señor, Perdón!

¡Oh Jesús! Por nuestros pecados, los de nuestros padres, hermanos y amigos, y por los del mundo entero: Perdón, Señor, perdón.

Por las infidelidades y sacrilegios, por los odios y rencores: Perdón, Señor, perdón.

Por las blasfemias; por la profanación de los días santos: Perdón, Señor, perdón.

Por las impurezas y escándalos: Perdón, Señor, perdón.

Por los hurtos e injusticias, por las debilidades y respetos humanos: Perdón, Señor, perdón.

Por las desobediencias a la Santa Iglesia: Perdón, Señor, perdón.

Por los crímenes de los esposos, las negligencias de los padres y las faltas de los hijos: Perdón, Señor, perdón.

Por los atentados, las desobediencias y malas habladurías contra el Romano Pontífice: Perdón, Señor, perdón.

Por las persecuciones levantadas contra los obispos, sacerdotes, religiosos y vírgenes consagradas: Perdón, Señor, perdón.

Por los insultos a tus imágenes, profanación de los templos, abuso de los Sacramentos y ultrajes al Augusto Tabernáculo: Perdón, Señor, perdón.

Por los crímenes de la prensa impía y blasfema, y por las horrendas maquinaciones de las sectas tenebrosas: Perdón, Señor, perdón.

Por los justos que vacilan, por los pecadores que resisten a la gracia, y por todos los que sufren: ¡Piedad, Señor, piedad!

¡Perdón, Señor, y piedad por el más necesitado de vuestra gracia; que la luz de tus divinos ojos no se aparte jamás de nosotros; encadena a la puerta del Tabernáculo nuestros inconstantes corazones; danos a sentir algo del calor divino de tu Pecho, y que nuestras almas se derritan de amor y arrepentimiento.

Amén.

Oración compartida por E. Plata