[Predicación en el grupo de oración de Somerville, NJ. Diciembre de 2014.]
* A veces nos desalienta ver que llegamos pocas personas a los grupos de oración o de formación cristiana. no debemos caer en esa tentación. El hecho de llegar con el corazón dispuesto ya es una victoria:
(1) Debemos vernos como embajadores de confianza que Dios tiene, en diversos lugares.
(2) Recordar que nuestra presencia es señal de su elección y predilección.
(3) Si es verdad que todo movimiento habla de un amor, hemos de celebrar que el amor que nos mueve es amor a Dios y a su reino.
* Meditaremos en Isaías 40,26-30, un texto que pertenece al llamado “Libro de la Consolación” de este profeta Isaías, en los capítulos 40 al 55.
* El “consuelo” a que se hace referencia aquí es la reconstrucción de la relación rota entre Dios y su pueblo. El castigo, es decir, el tiempo del destierro ha pasado, y el pueblo de Israel puede gozarse en la amistad recobrada con su Dios y Señor.
* El fundamento del consuelo de Dios está en que Él es el creador, y por consiguiente, en Él todo tiene un nuevo comienzo, no simplemente la repetición de lo que antes había.
* Además, Dios es inagotable en su fuerza y en su inteligencia, que no se obnubila. Cuando no vemos una puerta, Él ve y abre nuevos caminos.
* Hay dos tipos de cansancio: el más conocido es el cansancio que surge después de trabajar, de modo que se soluciona con un buen descanso y algo de buen alimento; el otro descanso aparece aun antes de entrar en la labor, y en realidad equivale a un desgano o desmotivación intensa, que surge de no ver el propósito de esforzarse. Este es el tipo de cansancio que acecha a los jóvenes, según Isaías 40. Y el Señor vence también y sobre todo este tipo de cansancio, mostrando con su luz y su generosidad el gran “para qué de la vida humana.