Tú eres sacerdote para siempre
según el rito antiguo de Melquisedec.
/ Oráculo del Señor a mi Señor, oráculo:
siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies. /
Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Tú eres sacerdote para siempre
según el rito antiguo de Melquisedec.
/ Oráculo del Señor a mi Señor, oráculo:
siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies. /
Señor, tú me sondeas;
Señor, tú me conoces.
Tú penetras mis pensamientos,
mis palabras y mis razones.
/ Y si voy al fondo del mar
o si voy hasta el cielo azul
tu derecha allí me alcanzará
porque allí, Señor, ya estás Tú. /
Había grupos, como los saduceos, que NO querían creer en la Resurrección porque veían en ella un peligro político colosal.
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#VisperasFrayNelson para el Miércoles XXIV del Tiempo Ordinario
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Bruno Moreno escribe: “Con los temas planteados ante el próximo Sínodo sobre la Familia, me ha parecido oportuno traducir parte de una carta de San Jerónimo, en la que el Doctor de la Iglesia explicaba la cuestión de los católicos divorciados vueltos a casar a un sacerdote francés que le preguntaba por un caso real…”
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Como decíamos al hablar de los cronistas y soldados, hemos de tener siempre presente que el sujeto principal de la acción evangelizadora de las Indias fue la Iglesia, entendida como el pueblo cristiano. Es decir, la evangelización de América no fue hecha sólo por los santos religiosos, cuya biografía recordaremos, y por los grandes obispos misioneros, con su clero. Aquellos santos religiosos, en primer lugar, no eran figuras aisladas, sino que vivían y actuaban en cuanto miembros de unas comunidades religiosas, con frecuencia santas y apostólicas. Pero hemos de recordar además que aquellos héroes misionales contaban siempre con la oración y la cooperación de un pueblo creyente, que estaba decidido a irradiar su fe.
Y esto no es sólamente una cuestión histórica, sino algo que parte de principios profundamente teológicos. En efecto, la acción misionera y apostólica, aunque tenga unos órganos específicos para su ejercicio, es acción de toda la Iglesia. Si consideráramos la admirable fecundidad de una cierta madre de familia, y sólo apreciáramos en ella una matriz particularmente sana, caeríamos en grave error: la fecundidad de esa mujer se debe igualmente o más a la salud de sus órganos internos, a la energía de su sistema muscular y respiratorio, a la fuerza de su corazón; y mucho más debe ser atribuída a su espíritu, a su capacidad personal de transmitir vida, de hacer aflorar en este mundo hombres nuevos. Algo semejante ocurre con la Iglesia Madre, cuya fecundidad apostólica procede siempre de Cristo Esposo, y de la participación orante y activa de todo el Cuerpo eclesial.
#LaudesFrayNelson para el Miércoles XXIV del Tiempo Ordinario
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