Entonces vendrá la paz

Si crees que la sonrisa tiene más fuerza que las armas,
si crees en el poder de una mano abierta,
si crees que lo que une a los hombres es mas que lo que los separa,
si crees que el hecho de ser diferente es una riqueza y no un peligro
¡entonces vendrá la paz!

si sabes mirar al otro con un poco de amor,
si prefieres la esperanza a la sospecha,
si piensas que tú eres el que tiene que dar el primer paso en lugar del otro,
si el llanto de un bebe es aun capaz de estremecerte
¡entonces vendrá la paz!

si puedes sentir alegría con el éxito de tu vecino,
si crees que el perdón puede mas que la venganza,
si eres capaz de dar tu tiempo gratuitamente por amor,
si para ti el otro es sobre todo un hermano
¡entonces vendrá la paz!

si sabes aceptar las críticas,
si te resistes a echar la culpa de todo a los demás,
si prefieres que te hagan daño antes que hacerlo,
si rechazas la idea de que eres indispensable,
¡entonces vendrá la paz!

La Revolución Antropólogica de las teorías Queer

Muchos ingenuos creen que lo de los derechos para personas con atracción por su mismo sexo es algo que afecta a unos pocos contra los que se han cometido muchas injusticias; la verdad es que detrás de la supuesta igualdad viene una imposición brutal que afectará toda la sociedad, la educación y la familia. El recurso siempre es que hay que evitar la homofobia, como si fuera el único y peor pecado; de ahí se pasa a la obligatoriedad de aceptar como docentes y figuras de ejemplo a quienes promueven estilos homosexuales o transexuales, hasta disolver toda noción de sexo y de género y convertirnos en consumidores de placer estéril, fáciles de manipular frente al dios Mercado.

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Soldados cristianos

¿Cómo se explica la religiosidad de estos soldados cronistas?… Parece increíble. Cieza pasó a las Indias a los 15 o 17 años, Xerez y Alvar a los 17, Bernal Díaz del Castillo, a los 18… ¿De dónde les venía una visión de fe tan profunda a éstos y a otros soldados escritores, que, salidos de España poco más que adolescentes, se habían pasado la vida entre la soldadesca, atravesando montañas, selvas o ciénagas, en luchas o en tratos con los indios, y que nunca tuvieron más atención espiritual que la de algún capellán militar sencillico?

Está claro: habían mamado la fe católica desde chicos, eran miembros de un pueblo profundamente cristiano, y en la tropa vivían un ambiente de fe. Si no fuera así, no habría respuesta para nuestra pregunta.

El testimonio de los descubridores y conquistadores cronistas -Balboa, Valdivia, Cortés, Cabeza de Vaca, Vázquez, Xerez, Díaz del Castillo, Trujillo, Tapia, Mariño de Lobera y tantos otros-, nos muestra claramente que los exploradores soldados participaron con frecuencia en el impulso apostólico de los misioneros y de la Corona. Así Pedro Sancho de Hoz, sucesor de Xerez como secretario de Pizarro, declara que a pesar de que los soldados españoles hubieron de pasar grandes penalidades en la jornada del Perú, «todo lo dan por bien empleado y de nuevo se ofrecen, si fuera necesario, a entrar en mayores fatigas, por la conversión de aquellas gentes y ensalzamiento de nuestra fe católica» (+M.L. Díaz-Trechuelo: AV, Evangelización 652).

Eran aquellos soldados gente sencilla y ruda, brutales a veces, sea por crueldad sea por miedo, pero eran sinceramente cristianos. Otros hombres quizá más civilizados, por decirlo así, pero menos creyentes, sin cometer brutalidad alguna, no convierten a nadie, y aquéllos sí. En ocasiones, simples soldados eran testigos explícitos del Evangelio, como aquel Alonso de Molina, uno de los Trece de la Fama, que estando en el Perú se quedó en Túmbez cuando pasaron por allí con Pizarro. De este Molina nos cuenta el soldado Diego de Trujillo, en su Relación, una conmovedora anécdota:

Va Trujillo, acompañando a Pizarro en la isla de Puna, al pueblecito El Estero, y cuenta: «hallamos una cruz alta y un crucifijo, pintado en una puerta, y una campanilla colgada: túvose por milagro [pues no tenían idea de que hasta allí hubiera llegado cristiano alguno]. Y luego salieron de la casa más de treinta muchachos y muchachas, diciendo: Loado sea Jesucristo, Molina, Molina… Y esto fue que, cuando el primer descubrimiento, se le quedaron al Gobernador dos españoles en el puerto de Payta, el uno se llamaba Molina y el otro Ginés, a quien mataron los indios en un pueblo que se decía Cinto, porque miró a una mujer de un cacique. Y el Molina se vino a la isla de la Puna, al cual tenían los indios por su capitán contra los chonos y los de Túmbez, y un mes antes que nosotros llegásemos le habían muerto los chonos en la mar, pescando; sintiéronlo mucho los de la Puna su muerte» (Xerez 197). En poco tiempo, el soldado Molina, abandonado y solo, ya había hecho en aquella isla su iglesia, con cruz y campana, y había organizado una catequesis de treinta muchachos.

Gonzalo Fernández Oviedo cuenta también una curiosa historia sucedida a Hernando de Soto, que estaba en La Florida. Habiendo Soto hecho pacto con el cacique de Casqui, alzaron en el lugar una cruz, a la que los indios comenzaron a dar culto; pero la amistad se cambió en guerra al aliarse Soto con otro cacique enemigo del jefe de Casqui. Este le reprochó a Soto: «Dísteme la cruz para defenderme con ella de mis enemigos, y con ella misma me querías destruir». El jefe español, conmovido, se excusa diciéndole:

«Nosotros no venimos a destruiros, sino a hacer que sepáis y entendáis eso de la cruz», y le asegura luego que lo quiere «más bien de lo que piensas… porque Dios Nuestro Señor manda que te queramos como a hermano… porque tú y los tuyos nuestros hermanos sois, y así nos lo dice nuestro Dios» (Hª general XXVII, 28).

Recordemos, en fin, una información de 1779, procedente de San Carlos de Ancud, en el lejanísimo Chiloé, al fin del lejano Chile, en la que se dice que Tomás de Loayza, soldado dragón con plaza viva, llevaba catorce años enseñando a los indios «no sólo los primeros rudimentos de la educación, sino la doctrina cristiana y diversas oraciones, de tal manera que a la sazón aquellos eran maestros de sus padres» (cit. Guarda 57).

El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

El libro-entrevista al cardenal Müller sobre la familia

“Seamos claros. El cardenal no dice nada nuevo, pero ha prestado un magnífico servicio a la Iglesia con este librito. Explica la doctrina de la Iglesia sobre el sacramento del matrimonio, su indisolubilidad, el carácter pecaminoso del adulterio -divorciados vueltos a casar-, la necesidad de no estar en pecado mortal para acercarse a comulgar, etc. Y añade, cosa que tampoco es nuevo, que ni un Papa ni un concilio ecuménico puede cambiar la doctrina de la Iglesia…”

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¿Instituyó Cristo la Eucaristía en una cena pascual?

LA PREGUNTA ES, SI JESÚS INSTITUYÓ LA EUCARISTIA EN LA CENA PASCUAL O EN UNA CENA COMÚN?
GRACIAS. – RHG

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Los evangelios no son completamente claros en eso, en cuanto a la fecha. Los sinópticos (Mateo, marcos, Lucas) sugieren que se trata de una cena pascual sobre todo por el uso del pan ázimo y de la solemne bendición con la copa de vino. Juan omite la parte de la institución de la eucaristía, y dice que Cristo fue crucificado en la víspera de un “sábado muy solemne.” Un sábado era considerado “muy solemne” cuando se daba la circunstancia de que coincidiera con la Pascua, de modo que la cena celebrada por Cristo no podría coincidir cronológicamente una cena pascual.

A eso sin embargo hay que hacerle dos anotaciones importantes:

1. La fiesta de Pascua judía tuvo y sigue teniendo una evolución. El relato del libro del Éxodo no era ya el ritual exacto que se seguía en el siglo I de nuestra era. Por ejemplo: en el Éxodo se dice que la comida debía hacerse de pie, a prisa, y en el contexto de familia. En tiempos de Cristo, lo usual, según los historiadores, era comer recostados en cojines o sillones bajos; y tomarse tiempo para compartir; y no siempre se celebraba como familia, estrictamente hablando. Jesús con sus discípulos, por ejemplo, no era propiamente una “familia” pero es que tampoco vemos que cada Pascua, cada apóstol se fuera a su casa a celebrar con su familia de sangre. Todo esto apunta a otra “flexibilidad” que sin duda era frecuente en ese tiempo: la Pascua era más una especie de festival que simplemente un margen de horas de un solo día del año. “Festival” quiere decir aquí que la afluencia de peregrinos a Jerusalén era tan grande que a veces era difícil asegurar el momento de sacrificar el cordero, porque el Deuteronomio decía que el lugar único de sacrificios válidos era el templo. Eso implica que debían hacerse largas filas de grupos más o menos numerosos que esperaban a que los sacerdotes ofrecieran el cordero respectivo, vertieran la sangre y entregaran la mayor parte de la carne. Era físicamente imposible lograr todo eso para todo el mundo en el curso de unas horas. Por ello la cena pascual como tal sucedía a distintas horas e incluso días en toda el área del “Gran Jerusalén.” Todo esto quiere decir que no sólo era probable sino muy posible que mucha gente comiera la cena de pascua en fechas diferentes de la fecha estricta señalada en el calendario.

2. Los Evangelios nos hablan de cómo después de la cena Jesús y sus discípulos “cantaron los salmos.” No había entre los judíos costumbre de cantar salmos después de cada cena. Y como la expresión es que se cantaron “los salmos,” el autor da a suponer que el lector sabe de qué salmos se trata. esa terminología sería muy extraña si la institución de la eucaristía hubiera sucedido en una cena cualquiera. En cambio, tiene todo el sentido cuando se piensa en la Cena Pascual, que va a acompañada con oraciones y salmos.

Sumando, pues, toda la evidencia, parece concluyente que la cena en la que Cristo instituyó la eucaristía sí fue una cena pascual aunque probablemente se celebró en una fecha anterior a la que decía el calendario de la época.