SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Una de las experiencias humanas más tempranas y profundas: la de buscar el bien “arriba” sirve de fundamento a la enseñanza que Cristo nos da con su ascensión.
Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Una de las experiencias humanas más tempranas y profundas: la de buscar el bien “arriba” sirve de fundamento a la enseñanza que Cristo nos da con su ascensión.
Los que habían vencido a la bestia
cantaban el Cántico de Moisés, el siervo de Dios,
y el canto de Jesús el Cordero,
¡aleluya, aleluya!
#VisperasFrayNelson para el Viernes VI de Pascua
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[Catheriniana es una serie de reflexiones sobre aspectos de la enseñanza de Santa Catalina de Siena. Para sacar mayor provecho de estas conferencias es muy recomendable revisar primero la serie sobre su vida, y después la serie sobre los fundamentos de su doctrina espiritual. Si se quiere acceder a todas las publicaciones de este blog sobre la Santa Doctora, hacer click aquí.]
Tema 3: El Santo Deseo como impulso para la evangelización y la misión.
* Uno de los aspectos más hermosos del “santo deseo” es que unifica el amor a Dios y al prójimo. Esta es, por lo demás, una consigna muy clara en el Nuevo Testamento. 1 Juan 4,20: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.” Santiago 2,18: “Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.” (La fe apunta hacia Dios; las “obras” apuntan hacia las necesidades del prójimo. Son inseparables). Mateo 22,35-40: “Uno de ellos, intérprete de la ley, para ponerle a prueba le preguntó: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? Y Jesús le dijo: Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.”
* San Ireneo de Lión nos enseña que “La gloria de Dios es que el hombre viva y la vida del hombre es la visión de Dios.” Allí donde se rompen las cadenas que nos deshumanizan, es decir, el pecado, la ignorancia, la muerte, la injusticia o la miseria, allí se deja ver la gloria divina porque aparece en plenitud se plan, su sabiduría, su poder y su compasión. Puesto que somos imagen y semejanza de Dios, todo lo que empaña esa imagen es a la vez daño para nosotros y ocultamiento de la gloria de nuestro Creador. por la misma razón, lo que limpia nuestro ser y deja ver esa imagen bendita glorifica a Dios y constituye nuestro más genuino bien.
* El Santo Deseo nos saca de nosotros mismos, es decir, de la comodidad y la falsa seguridad, y nos pone, como quiere el Papa Francisco, “en salida” hacia nuestros hermanos. No cabe aquí la pasividad, que sería complicidad, ni la indiferencia, que sería crueldad.
* Como todo lo que es grande, el Santo Deseo puede ser deformado de varias formas que le quitan su sentido y su eficacia. Es bueno saber de estas deformaciones y peligros para evitarlos. Son cuatro principalmente:
(1) El fanatismo y la imposición: cuando un supuesto exceso de “celo apostólico” hace que agobiemos al prójimo para que se convierta según nuestro gusto o en nuestros tiempos. Sucede también cuando se confunde evangelizar con imponer una determinada cultura.
(2) La delegación cómoda: cuando tranquilizamos con mentira nuestra conciencia creyendo que basta con “no hacerle mal a nadie” y pensamos que si uno cumple con sus deberes ya no se le puede pedir más como cristiano. A menudo esta forma de egoísmo cómodo va unida a la idea de que en la Iglesia hay unos (curas y monjas, por ejemplo) que serían los únicos encargados de la evangelización.
(3) La falsa misericordia: cuando salimos de nosotros mismos y vamos al encuentro del hermano en su necesidad pero, por una falsa compasión, lo dejamos en su condición de pecado, quizás porque nos parece muy difícil que cambie a fondo su comportamiento. En esto hay un engaño hacia el prójimo y una falta de fe en la fuerza del Evangelio para realmente transformar la vida.
(4) El activismo: cuando consideramos que en el mucho hacer está el mucho lograr. La realidad es que cuando el Santo deseo es auténtico, primero “quema” el corazón con un suave y profundo dolor que se convierte en anhelo incontenible por la gloria divina y fortísima compasión por el prójimo, todo ello en oración y penitencia. De ese horno saldrán las palabras encendidas y los gestos verdaderamente elocuentes que alcanzarán frutos verdaderos.
Este es día en que actuó el Señor;
este es día en que actuó el Señor;
/ ¡Ale-aleluya! ¡Este es día!
¡Este es día en que actuó el Señor! /
196 La cumbre insuperable de la perspectiva indicada es la vida de Jesús de Nazaret, el Hombre nuevo, solidario con la humanidad hasta la « muerte de cruz » (Flp 2,8): en Él es posible reconocer el signo viviente del amor inconmensurable y trascendente del Dios con nosotros, que se hace cargo de las enfermedades de su pueblo, camina con él, lo salva y lo constituye en la unidad.423 En Él, y gracias a Él, también la vida social puede ser nuevamente descubierta, aun con todas sus contradicciones y ambigüedades, como lugar de vida y de esperanza, en cuanto signo de una Gracia que continuamente se ofrece a todos y que invita a las formas más elevadas y comprometedoras de comunicación de bienes.
Jesús de Nazaret hace resplandecer ante los ojos de todos los hombres el nexo entre solidaridad y caridad, iluminando todo su significado: 424 « A la luz de la fe, la solidaridad tiende a superarse a sí misma, al revestirse de las dimensiones específicamente cristianas de gratuidad total, perdón y reconciliación. Entonces el prójimo no es solamente un ser humano con sus derechos y su igualdad fundamental con todos, sino que se convierte en la imagen viva de Dios Padre, rescatada por la sangre de Jesucristo y puesta bajo la acción permanente del Espíritu Santo. Por tanto, debe ser amado, aunque sea enemigo, con el mismo amor con que le ama el Señor, y por él se debe estar dispuesto al sacrificio, incluso extremo: “dar la vida por los hermanos” (cf. Jn 15,13) ».425
NOTAS para esta sección
423Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 32: AAS 58 (1966) 1051.
424Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 40: AAS 80 (1988) 568: « La solidaridad es sin duda una virtud cristiana. Ya en la exposición precedente se podían vislumbrar numerosos puntos de contacto entre ella y la caridad, que es signo distintivo de los discípulos de Cristo (cf. Jn 13,35) ».
425Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 40: AAS 80 (1988) 569.
Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.
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