ESCUCHA, La Cuaresma, la Evangelización y el Desafío de Asia

[Reflexión ofrecida a un grupo de laicos en la Parroquia de Shibuya, Tokio, en Marzo de 2014.]

* La cuaresma nos pone en la ruta del misterio pascual. Hay que tener presente, sin embargo, que el encuentro con la pasión, muerte y resurrección de Cristo no es algo “automático.” Al contrario, quien siente ajena la muerte de Cristo también sentirá ajena e irrelevante su victoria.

* La resurrección no es una noticia que afecta lo que va a ser de mí después de que muera. Las convicciones sobre qué implica morir cambian la manera como uno vive. Para aquel que mira la muerte como un final, la entrega de sí mismo es imposible por absurda.

* Para un cristiano, el sentido de la vida no puede deducirse sólo del breve tiempo en que uno vive. La resurrección nos traslada a un espacio de significado que trasciende el tiempo, y que también trasciende al individuo como tal: mi vida, mi esfuerzo, mi esperanza adquieren sentido en cuanto soy parte de un “arco” que comienza en la Pascua de Cristo, y que abarca los siglos hasta completarse en su retorno glorioso.

* Surge una objeción: ¿Y qué pasa con otras “propuestas,” es decir, con otros “arcos” que también son milenarios, algunos de los cuales han antecedido al cristianismo, como es el caso con algunas culturas asiáticas: Indica, China, Japón? El examen de esas culturas, aunque asombroso desde el punto de vista humano, nos lleva a una conclusión: cada una lucha por su propia gloria, en términos de liderazgo, honor o incluso beneficio. En el esquema global de los siglos no pueden garantizar otra cosa sino contiendas por el primer lugar. El cristianismo es diferente.

* La propuesta cristiana, en efecto, no apunta a la gloria de un pueblo sino al bien de todos los pueblos. Y hay otra diferencia: la Cruz de Cristo mira a la “patria común” de la humanidad, es decir a las realidades profundas y más universales del dolor, las carencias, las contradicciones internas, la muerte misma. En este sentido, el “arco cristiano” abarca toda propuesta cultural, sea breve o extensa en el tiempo.

* Una consecuencia de esa realidad de la predicación cristiana es que evangelizar en Asia no es simplemente anunciar un cambio moral de un individuo: sólo la presentación del “arco” cristiano puede invitar a dejar, por insuficientes, los milenarios “arcos” culturales que son orgullo de cada pueblo. Esto implica necesariamente un cambio, en términos de humildad, caridad, alegría y esperanza, para quienes anuncian el nombre de Cristo en esta parte del mundo, y en el fondo, un replanteamiento que debe llevar a la Iglesia a verse de modo diverso a sí misma y su misión.

La mejor entrevista que le han hecho al Papa Francisco hasta ahora

“En una entrevista concedida a Ferruccio de Bortoli, director del periódico italiano Corriere della Sera, que el diario argentino La Nación publica en forma simultánea y exclusiva, el papa Francisco habla de su primer año de pontificado. El Santo Padre habla de su relación con Benedicto XVI, su forma de gobernar la Iglesia, su mensaje pastoral, su rechazo a la «franciscomanía», los abusos sexuales, los pobres, la cuestión de los divorciados vueltos a casar, el papel de la mujer en la Iglesia, el control de la natalidad, etc…”

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Para empezar bien la Cuaresma

En el lenguaje de los tuits:

  1. Entre tantos descubrimientos que hacen falta a nuestra generación, ninguno más urgente que el verdadero arrepentimiento.
  2. Justificar todo lo que uno ha hecho para decir que uno “no se arrepiente de nada” es declararse en guerra perpetua contra la Verdad.
  3. El “complejo de inocencia,” que bloquea la capacidad de reconocer los pecados, es más dañino que el llamado “complejo de culpa.”
  4. Sencilla lógica de la cuaresma: No hay paz sin reconciliación. No hay reconciliación sin perdón. No hay perdón sin arrepentimiento.
  5. Para darle una oportunidad a la paz hay que darle muchas oportunidades a la verdad.
  6. No olvides que la primera frase de Cristo en el Evangelio de Marcos es un llamado a la conversión: por ahí empieza la Buena Nueva.
  7. Si no te arrepentiste de tu pecado, sigues en Egipto, y el Faraón sigue siendo tu dueño.
  8. La forma más insidiosa del relativismo moral es la banalización, que no le ve problema a nada.
  9. Si un papá o una mamá no le enseñaron al hijo a decir “Me equivoqué” y “Perdóname” le causaron dos graves daños para toda la vida.
  10. Cristo en el sacerdote te dice: YO TE ABSUELVO. Su dulzura supera del todo la amargura del YO ME ARREPIENTO que al fin pudiste decir.