He experimentado la cercanía y hospitalidad de los frailes franciscanos en el Convento que los Frailes Menores tienen en San Luis Potosí.
Enrique, Luis, Mariano, y por supuesto Jaime, el Guardián, han sido espejos de esa fraternidad sencilla, llana, entrañable que nos une a dominicos y franciscanos desde hace siglos. Este tipo de cosas hay que decirlas en voz alta, y agradecerlas a vista de todos.
Dios bendiga nuestras Órdenes hermanas, y nos haga útiles para aquello que sintió en su momento el fraile de Asís: “Repara mi Iglesia.”