[Predicación en la Universidad Marista de San Luis Potosí, México]
Tema 2: Las heridas de la fe
* Una fe inmadura, o de fachada, pronta a caer, es fruto de ignorancia (porque pretende tapar los huecos de lo que no sabe todavía la ciencia), o es espejismo de fantasía (porque idealiza cualidades o deseos humanos), o es consecuencia de inercia cultural (porque uno la recibió de los ancestros y nunca tuvo suficiente interés o valor para cuestionarla). La fe inmadura ya está herida de muerte, y es pasto fácil para los enemigos de la religión y de la Iglesia.
* La fe verdadera, en cambio, surge como respuesta a una propuesta externa. Su palabra clave es “encuentro” y se da por contagio. El asombro que causa la bondad, la pureza, la resiliencia, la alegría, el sentido de un propósito, en otra persona me cuestiona. Al escuchar su relato y saber quién ha hecho esa diferencia en su vida me impacta. La acogida de ese don hace de mí una persona nueva, que a la vez se reconoce miembro de una comunidad de creyentes, la Iglesia. Esa comunidad me lleva al recuento de las maravillas que ha hecho el señor, y que están testificadas en la Biblia. La profundización en ese mensaje y la vida de los sacramentos constituyen un camino de formación. Tal es el camino de la fe.
* En el camino esa fe puede ser herida por varios factores: desnutrición inicial; contradicción, cuando siento que mis plegarias no son acogidas; escándalo, cuando veo la incoherencia o antitestimonio de quienes debían ayudarme en la fe; inanición inducida por el mensaje incompleto que dan los cristianos no católicos o por los abusos de lenguaje de otros grupos de interés, como la gente de la Nueva Era; el desinterés del propio creyente.
* Es necesario descubrir que estamos en combate. Es necesario darse cuenta de que el odio a la Iglesia a menudo no tiene nada que ver con religión y sí tiene todo que ver con poder y dinero. Es necesario entender que si no estamos venciendo nos están venciendo.