[Predicación en el XXVI Congreso de Parejas de la Comunidad Alegría, en Bogotá.]
1. La fe es respuesta que el hombre, movido por la gracia del Espíritu Santo, le da a Cristo, presentado y presente en quienes anuncian el Evangelio. Es respuesta que se hace posible desde y para una comunidad que llamamos Iglesia.
2. La fe nos abre al señorío real de Cristo en nuestra vida. El que descarta a Dios de su vida usurpa su lugar. Un mundo sin fe es una jungla donde se impone el más fuerte, con lo cual la astucia, la trampa, la traición y la indiferencia abundan. Una sociedad así se vuelve homicida de los pequeños, los marginados, los débiles y los pobres.
3. La sociedad más pequeña es también la célula básica de toda sociedad, es decir, la pareja humana. En esta “sociedad pequeña” comienzan todos los bienes y males de la sociedad “grande.” A la vez, lo que sucede en la sociedad en general se convierte en presión que pretende modelar a cada pareja y cada familia. Sólo sobreviven los que tienen en sí una fuera mayor, que es la que da Cristo.
4. El plan de Cristo se lee bien en Lucas 4: Dar buena noticia a los pobres; Liberar a los cautivos; Dar vista a los ciegos. Cuando aplicamos ese pasaje a la pareja, vemos que es pobreza perder los mejores años de la vida en medio de discusiones y amargura; es prisión tener que quedarse en una relación humillante y también es prisión separarse para repetir la misma historia con otros; es ceguera llenarse de rabia y no ser capaz de ver los defectos propios ni las virtudes de la pareja.
5. La pareja renovada en Cristo no sólo experimenta nueva vida sino que siente la necesidad de compartirla, primero a los hijos y luego a través de diversos apostolados.