[Conferencia ofrecida a todos en el Coliseo del Colegio Santa Anita, en Lima. Mayo de 2013.]
* El desafío principal que reciben los católicos de parte de los que no creen nada de la revelación bíblica, o la ponen al mismo nivel de cualquier otro libro o práctica religiosa de cualquier clase, se llama “laicismo.” La pretensión laicista es eliminar toda capacidad de influencia de la fe católica en el mundo, particularmente en la constitución de la ética que ha de regir las relaciones sociales y humanas en general.
* El laicismo obra por etapas, básicamente dos: (1) Descalificar todo lo religioso como una esfera de pensamiento desconectada de la verdad, es decir, puesta al mismo nivel que la fantasía o el deseo caprichoso. (2) Atacar a la Iglesia, así descalificada, sin brindar tampoco un tratamiento equitativo ni justo. Ejemplo de esto último: agresiones a los templos, a los obispos; burlas, sarcasmo; lenguaje obsceno que pretende neutralizar la capacidad de defensa o respuesta.
* La mejor respuesta frente al laicismo no la pueden dar los ministros sagrados ellos solos, que son principalmente objeto de descalificación sistemática y de burla. La respuesta real al laicismo es un laicado formado en su fe pero también formado en aquellas aristas de discusión más complejas de nuestro tiempo.
* Para que ello sea realidad se necesitan por lo menos cuatro elementos de madurez en el laico: (1) Formación permanente; (2) Vida sacramental plena; (3) Pertenencia real a una comunidad de fe; (4) Ejercitación en la tarea de compartir la fe en al evangelización directa.