[Retiro ofrecido a un grupo de laicos de la Renovación Carismática en Lima, Perú, para el Pentecostés 2013.]
* “Gracia” es otra manera de decir “autodonación.” La Llena de Gracia es entonces la que mejor conoce al Espíritu Santo.
* El don de SABIDURÍA nos hace comulgar gustosamente con la verdad y el actuar divino en lo concreto de nuestra vida.
* Esa comunión se muestra perfectísima en el misterio de la Encarnación. No debemos mirar al Espíritu Santo como reemplazando la parte masculina, a la manera de los relatos de la mitología griega, o de otras mitologías.
* Lo que realiza el Espíritu queda mejor descrito como una confirmación y consagración de la unión de pareja entre José y María, para que Jesús llegue a ser don de Dios para la pareja, de modo que María es constituida Madre Virginal y José es constituido Padre Virginal de Cristo.
* Cristo mismo tiene es formado de la carne y sangre de María, que son de José por virtud de la verdad del matrimonio que les une. Tal “ser formado” de Cristo sólo puede compararse, y eso lejanamente, con el misterio mismo de la creación: así como Dios creó “de la nada,” así María es “la nueva nada” a partir de la cual es formado Cristo en su naturaleza humana y completa, que habrá de recorrer cada una de las etapas del desarrollo humano.
* Semejante obra del Espíritu enlaza el Antiguo y el Nuevo Testamento en María; y enlaza, como en matrimonio perfectísimo, la naturaleza humana y la naturaleza divina; y enlaza los anhelos de nuestra humanidad y la bondad generosa de la divinidad. Todo esto sucede en María y todo sucede “por obra y gracia del Espíritu Santo,” el mismo Espíritu que recibimos y en nosotros habita por el bautismo y por la confirmación.