[Predicación a los Misioneros de Jesús,en Guatemala. Abril de 2013.]
* Cuando Cristo dice que la verdad nos hará libres está haciendo una promesa de liberación. Mas no debemos entender la liberación sólo para los casos de opresión o posesión diabólica. Si el pecado o el engaño aún tienen poder en nuestra vida quiere decir que en esa misma media necesitamos ser liberados.
* A menudo nuestros engaños tienen que ver con la medida incorrecta.
* Por ejemplo: es tentación frecuente en los hombres sentir que su trabajo es rutinario y carente de significado. Su autoestima es baja y se consideran como basura. De ese extremo pasamos al contrario: con un lenguaje agresivo, dominante e intransigente, ese mismo hombre se impone con arrogancia a su esposa o a sus hijos. Ese juego de extremos es estrategia muy usada por el demonio para debilitarnos y finalmente vencernos.
* Algo parecido, otro juego de extremos, acecha con frecuencia a las mujeres, cuando pasan de la idea de que no pueden gustar a nadie a la sensación embriagante de atraer la atención y el deseo, sobre todo cuando exhiben su cuerpo. Pero después de exhibirse es inevitable descubrir que esos ojos miran con desprecio, compasión o lujuria. Saber eso hunde en un nuevo ciclo de soledad, de vuelta al primer extremo.
* Hay un tercer “juego de extremos” que nos ataca a todos, y que quizás es el más perverso: vivir en la inconsciencia para luego mirar en la desesperación. Dice Santa Catalina de Siena que el demonio quiere mantenernos vendados en vida para arrancamos la vendrá justo a la hora de la muerte, de modo que pasemos de vivir como si no existiera la justicia de Dios a morir como si no existiera la misericordia de Dios.
* De todos esos y muchos otros engaños hemos de ser liberados, y para eso ha venido Cristo como nuestra única y preciosa verdad.