[Retiro para la comunidad hispana de la Parroquia de St. Patrick, en Miami Beach, febrero de 2013.]
* El reconocimiento de la realidad del pecado es liberador: es como saber, por fin, qué ha disminuido nuestra vida, y la ha empobrecido. El pecado es el diagnóstico número uno, en la vida del Espíritu.
* Heridas y condicionamientos son circunstancias exteriores que nos limitan. A menudo son fruto del pecado de otros.
* No somos impermeables a tantas influencias pero tampoco somos su fruto automático. El descubrimiento de nuestra verdadera libertad pasa por el descubrimiento del margen de acción real que hemos tenido.
* El daño más grande que tienen las circunstancias actuales, cargadas de materialismo y de individualismo, es que precipitan a millones en una soledad existencial en la que cada uno siente que no le interesa a nadie y que sólo cuenta consigo mismo.
* La consecuencia que esto trae es que muchos se ven como náufragos, y por eso se aferran a lo que pueden. después racionalizan su moral de manera que coincida con aquello que les ha ayudado a soportar su naufragio, ya se trate de drogas, homosexualismo, adulterio o lo que sea.
* A medida que la gente reconoce esas limitaciones externas y ve su propio naufragio, y ve sanadas sus heridas, empieza a reconstruir su capacidad de pensar y juzgar sobre lo que es justo y mejor.