Las objeciones que la cultura contemporánea pone contra la obediencia caen frente a la preciosa pedagogía bíblica para aprender a obedecer.
LA GRACIA del Sabado 16 de febrero de 2013
La verdadera “limosna” no es dar de lo que sobra, sino hacer propia la necesidad del hermano.
Preciosa joya
Un muchacho entró con paso firme a la joyería y pidió que le mostraran el mejor anillo de compromiso que tuviera.
El joyero le presentó uno. La hermosa piedra solitaria brillaba como un diminuto sol resplandeciente. El muchacho contempló el anillo y con una sonrisa lo aprobó. Preguntó luego el precio y se dispuso a pagarlo.
– ¿Se va usted a casar pronto? – Le preguntó el joyero.
– ¡No! – respondió el muchacho – Ni siquiera tengo novia.
La muda sorpresa del joyero divirtió al comprador.
– Es para mí mamá – dijo el muchacho. Cuando yo iba a nacer estuvo sola; alguien le aconsejó que me abortara antes de que naciera; así se evitaría problemas. Pero ella se negó y me dio el don de la vida. Y tuvo muchos problemas. Muchos. Fue padre y madre para mí, y fue amiga y hermana, y fue mi maestra. Me hizo ser lo que soy. Ahora que puedo le compro este anillo de compromiso. Ella nunca tuvo uno. Yo se lo doy como promesa de que, si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella. Quizás después entregué otro anillo de compromiso. Pero será el segundo.
El joyero no dijo nada. Solamente ordenó a su cajera que hiciera al muchacho el descuento que se hacia nada más a los clientes importantes.