[Conferencia ofrecida al cuerpo docente del Colegio Reina de los Ángeles en Lima, Perú.]
* Primer cuestionamiento inicial: Vemos avanzar la corrupción en tantos lugares de nuestro mundo, en países ricos y pobres. ¿No deberíamos hablar de un fracaso de la educación ante ese hecho? ¿No fueron a algún colegio esas personas?
* Segundo cuestionamiento inicial: Vemos avanzar la legislación contraria a la familia, la vida y la dignidad de la persona humana. ¿No hay ningún católico entre los que apoyan con su voto el llamado “matrimonio” gay, o el aborto, o la eutanasia?
* Esos cuestionamientos nos llevan a preguntarnos sobre la capacidad comunicativa de la educación, como la conocemos. Dos nociones parecen necesarias para superar la situación: más sentido de comunidad educativa, de modo que incluya y articule mejor la relación con padres de familia, personal administrativo, alumnos y directivos; y mayor coherencia y convicción en los docentes, que son quienes están mucho más del 90% del tiempo con los estudiantes.
* En la línea de esa convicción y coherencia, hay que pensar la comunidad educativa como un ambiente “en sintonía,” de modo que los varios mensajes que reciben los estudiantes no se cancelen unos a otros. Y esa sintonía es propia del enlace entre la fe, como opción vital profunda, y los valores que se quieren inculcar en los jóvenes.
* Pero hay tres grandes opositores a la idea de que se puede articular la fe (cristiana y católica) con los valores propios de la sociedad en el siglo XXI:
(1) El cientificismo considera que todo el lenguaje de la fe es pura subjetividad, al mismo nivel de la fábula. La verdad, para el cientificista, la da solamente la ciencia, y por consiguiente, una ética que quiera ser común debe prescindir de todo constructo de fe.
(2) El laicismo considera que la fe es una opción privada que afecta únicamente a un segmento de la población, de manera que todo lo que tenga que ver con la fe debe regir sólo en ámbitos privados, mientras que la esfera pública debe orientar sus discusiones sobre bases distintas, ajenas a todo credo.
(3) El individualismo considera que hay un área amplia de la vida humana en que la autodeterminación y la autonomía rigen, de modo que sería invasivo admitir la entrada de la fe, la religión o el clero.
* La respuesta a estas objeciones implica:
(1) Hacer visibles los límites del preguntar y el hablar de la ciencia distinguiéndola cuidadosamente del cientificismo.
(2) Mostrar cómo la fe cristiana, y concretamente católica, lejos de temer la discusión racional de sus presupuestos, la promueve, incluso como preparación a una fe más profunda.
(3) Cuestionar que una persona pueda ser, en lo privado, de modo distinto de lo que es en lo público, como si se pudiera tener “dos corazones.”