Seguramente no es la batalla final todavía, pero poco a poco se va cumpliendo que la tempestad del mundo arrancará los restos de fe y de moral cristiana en quienes todavía creen que “una misa de vez en cuando” es suficiente para permanecer creyentes, e incluso suficiente para transmitir la fe a las nuevas generaciones. Desengáñense todos: el que no esté fortaleciéndose ya está perdiendo lo que creía tener. Ánimo. Es tiempo de oración, formación, evangelización y dura lucha.