[Retiro Espiritual “De Nazareth a la Cruz; de la Cruz a la Luz,” ofrecido a las Hermanas Dominicas Nazarenas, con ocasión de su IX Capítulo General Electivo en Diciembre de 2012.]
Tema 2: Cómo se revela Dios en Cristo
* Espontáneamente nuestra razón busca a Dios, e intenta definirlo, por la vía de la eminencia, es decir, por extrapolación o prolongación indefinida de lo que reconocemos como bueno. Según eso, Dios aparece como justísimo, sapientísimo, poderosísimo, y así sucesivamente.
* La via emminentiae despierta admiración y ayuda a reconocer la propia condición de creatura y pecador, pero deja inevitablemente a Dios como un ser lejano, inalcanzable, incomparable, que por eso mismo vive sólo dentro de su propio régimen, de manera que lo que es esperable o exigible de él no se aplica a los humanos.
* San Pablo, en Filipenses 2, nos presenta algo distinto: Cristo no se “aferra” a su condición divina. El Cristo humilde de la Cruz es el que se despoja, se anonada. ¿Cómo se revela Dios ahí, entonces?
* En la Cruz aparece otro infinito: el de la crueldad sin límites, el de la arrogancia irrestricta y embriagada de sí misma. Pero ese abismo abre otro abismo: el del perdón sin límites, el de la misericordia que no se agota, el de la entrega total.
* La Cruz trae el infinito de Dios y lo hace visible, porque es infinito su amor, pero ese infinito ya no es distante sino próximo. es un infinito que invita, e incluso empuja, a ser imitado.
* ¿Cómo será eso poible? ¿Es “implementable” la espiritualidad de la humildad, de Nazareth, y de la Cruz? La pregunta queda abierta pero no como puro misterio teórico, sino como invitación clara y fascinante.