La vocación empieza cuando uno vislumbra el lugar de Cristo desde el lugar de uno.
Verdaderos Discipulos de Jesus, 3 de 3
[Predicación en la Fundación MOCE en Palmira, Valle – Colombia, Noviembre de 2012.]
Tema 3 de 3: ¿Cómo conseguir discípulos para Jesús?
* Ser evangelizador es el fruto natural y propio de ser evangelizado. La renovación que Cristo hace EN nosotros prepara el camino para lo que Él quiere, sabe y puede hacer CON nosotros. Y eso que hace CON nosotros es propagar la Buena Nueva a muchos hermanos.
* Pero evangelizar no es un pasatiempo. Es quitarle su presa al demonio: una bestia enloquecida por el odio. Debemos esperar combate–y victoria!
* La clave de la victoria empieza cuando descubre que la primera víctima de la explotación es el explotador y no el explotado. La primera víctima de la mentira es el mentiroso y no el engañado. Por eso Jesús ora por los que le crucifican: le hacen daño a Él pero a precio de dañarse mucho más ellos mismos.
* Y por eso vamos a evangelizar cargados de paciencia, sabiendo cuánto nos ha esperado el Señor, y de misericordia, entendiendo que el pecado daña sobre todo al pecador.
Verdaderos Discipulos de Jesus, 2 de 3
[Predicación en la Fundación MOCE en Palmira, Valle – Colombia, Noviembre de 2012.]
Tema 2 de 3: ¿Qué es ser discípulo de Jesús?
* En el encuentro con Cristo, y luego en la vida cristiana, uno suele seguir un proceso que puede relacionarse con tre spreposiciones de la lengua castellana: por, en y con.
* Lo primero que a uno le interesa es: ¿Qué puede hacer Cristo POR mí? Esta es la etapa en que se buscan y se disfrutan los favores divinos de sanación, serenidad, prosperidad. La persona ve claramente el contraste entre lo que era y lo que está empezando a ser, y se goza en esa diferencia, pero a la vez sigue conservando el timón de su propia vida. Quiere que Cristo haga algo por ella pero luego quiere seguir obrando según su parecer, criterio y gusto.
* En un cierto momento uno descubre que se necesita más. Uno puede estar sano de salud y de finanzas y sin embargo ser una persona egoísta o mediocre. Cuando uno ve que los problemas van más al fondo, entonces se pregunta: ¿Qué puede hacer Cristo EN mí? Es el momento de la renovación interior, menos espectacular pero mucho más necesaria. Es el tiempo para implorar y recibir un nuevo corazón.
* Una vez sanados interiormente, la pregunta que sigue es: ¿Qué puede hacer Cristo CON mi vida? Es aquí donde descubrimos que somos o podemos ser instrumentos útiles en la búsqueda de la gloria divina, y en el compartir del Evangelio a otros que han de empezar su propio ciclo.
Verdaderos Discipulos de Jesus, 1 de 3
[Predicación en la Fundación MOCE en Palmira, Valle – Colombia, Noviembre de 2012.]
Tema 1 de 3: ¿De quién he sido discípulo?
* Aquellos que despiertan nuestra admiración, atención o interés de alguna forma se convierten en nuestros “maestros.”
* En este sentido, uno ha tenido muchos maestros, a veces sin darse cuenta. Los jefes de pandilla, las codicias del consumismo, y la tiranía de la opinión pública, son ejemplos notables.
* Pero muchos de esos maestros son monstruos de egoísmo que desgastan y debilitan, hasta producir la muerte.
* Por eso es maravilloso descubrir al Maestro que da la vida por sus amigos. Y frente a tantos engaños e idolatrías de este mundo, la consigna debe ser: “Yo me merezco un maestro mejor.”
Cuando el Estado va tras la mente de tus hijos
Hay que orar con el corazón
7. ¿Cuál es la C del ABC de la oración? La C representa al corazón, o al alma según la Doctrina de la Iglesia; y, también, a la Cruz de Cristo.
Hay que orar con el corazón, o con toda el alma. Pues quien no ora con el corazón está en la hipocresía o en la simulación casi siempre. Por esto nuestro Señor reprendía a algunos del pueblo de Israel:
“Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres” (Mc 7, 6-8).
Y nos aclara el Magisterio: “¿De dónde viene la oración del hombre? Cualquiera que sea el lenguaje de la oración (gestos y palabras), el que ora es todo el hombre. Sin embargo, para designar el lugar de donde brota la oración, las Escrituras hablan a veces del alma o del espíritu, y con más frecuencia del corazón (más de mil veces). Es el corazón el que ora. Si éste está alejado de Dios, la expresión de la oración es vana” (CEC 2562).
O sea, si en la oración que hacemos a Dios no se integra nuestra alma, nuestra oración es vana, o al menos poco efectiva. La mayoría de nosotros sabemos que tenemos un alma inmortal, pero no la conocemos, y mucho menos la invitamos a la oración: no la tomamos en cuenta. Veamos cómo ora nuestra dulce Madre celestial tomando en cuenta a su alma y a su espíritu:
“Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador” (Lc 1, 46, 47).
Y cómo también la toma en cuenta y la invita en la oración el salmista:
“Bendice alma mía, a Yahvé, el fondo de mi ser [el espíritu], a su santo nombre. Bendice, alma mía, a Yahvé, nunca olvides sus beneficios” (Sal 103. 1, 2).
Al orar la mayoría de nosotros no consideramos que es menester ponernos ante Dios con corazón (alma) contrito y espíritu humillado; tampoco le pedimos al Santo Espíritu de Dios que nos una a Él en la oración; y mucho menos tomamos en cuenta a nuestra alma, invitándola a formar parte de dicha oración. Es por esto que nuestra oración -por no saber el ABC de la oración- poca fuerza tiene, le falta el ímpetu y las alas para llegar al trono de Dios, y presentarse agradable a sus oídos.
[Autor: Juan de Jesús y María.]