La Verdad y el Amor, 03 de 12, La seduccion de la mentira

[Retiro Espiritual en el Real Monasterio de Monjas Dominicas en Caleruega, Octubre de 2012.]

Tema 3 de 12: La seducción de la mentira

* Sobre todo a partir de las llamadas “guerras de religión” entre católicos y protestantes, la fe quedó reducida al terreno de lo subjetivo y de las opiniones.

* Por supuesto, aquello que pertenece al mundo prácticamente fantasioso de la sugestión y el gusto personal no piensa que tenga contenido alguno de verdad. En nuestra sociedad “pluralista,” lo verdadero pasa a pertenecer al ámbito de la ciencia, de las leyes (siempre reformables) o de la opinión prevalente.

* Se ha consumado así la separación entre fe y verdad, en aguda contraste con lo que enseña Santo Tomás, para el cual la fe es una perfección de la inteligencia, y su grado de certeza es mayor que el de cualquier otro conocimiento.

* ¿Por qué es relevante la relación entre fe y verdad? Porque sin esa relación toda fe es pura fe humana, es relato imaginario, y estudiar a Cristo es como estudiar mitología de dragones.

* Además, el avance de un modelo de “fe” desconectada de la verdad desemboca en el puro “buenismo,” es decir, aquella idea de que el Evangelio se puede traducir o presentar como una especie de humanismo light, que no va más allá de buenas intenciones, tolerancia y algo de filantropía. En semejante esquema el dogma, contenido de la fe, no importa, y en realidad la liturgia, los cánones del derecho o la palabra del magisterio son irrelevantes.

* Lo más grave, sin embargo, es que el eclipse del sentido de la verdad deja el campo abierto a la gran mentira, nombre que damos al falso dilema: o Dios o la felicidad humana. Aceptada esa alternativa falsa, que es una invitación a tomar el lugar de Dios, lo que sigue es responder de modo egoísta y perverso los grandes interrogantes de la vida humana: ¿Merece la pena ser bueno? ¿Hay una lógica o un deber-ser en lo que sucede? ¿Existe una justicia última?

* Al final del camino de la mentira lo que queda es un interminable baile de disfraces en que nada es lo que parece. Brota entonces aquella “náusea” de que hablaron los existencialistas ateos y vivir se vuelve angustioso y en realidad insufrible.

* Por ello importa enormemente descubrir la verdad de la fe, y dar a ella el libre asentimiento de una obediencia gozosa y firme.

Soy catolico, pasa algo?

“Como el vicio de escribir lo lleva Javier López López en la sangre, no puede callar ante tanto desmán actual y ha tomado el oficio de bloguero. Hoy presento su blog al que ha colocado el siguiente título: Soy católico, ¿pasa algo?”

soy catolico

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Palabras del Maestro de la Orden en el Sinodo 2012

El compromiso para la evangelización encuentra su alegría y su fuerza en la contemplación. Esta intuición de las órdenes mendicantes saca a la luz tres de los retos a los cuales debe enfrentarse hoy la evangelización.

El reto del conocimiento, afrontado en el diálogo con todos los que buscan la verdad: filósofos, científicos, investigadores. El despliegue de las ciencias y del conocimiento es la ocasión para poner en marcha esta “bella amistad entre la fe y las ciencias” proclamada por el Concilio. En la fe contemplamos el misterio de la continua creación de Dios y su llamada confiada a la libertad y la razón del hombre. En la amistad con los hombres de ciencia podemos discernir los retos para construir, juntos, un mundo para el hombre.

El reto de la libertad. En el encuentro con nuestros contemporáneos, creyentes o no, hay que dar a conocer, en primer lugar, la amistad de Dios con los hombres, antes de ofrecer unas respuestas a preguntas que, a veces, no están planteadas con los términos adecuados. Dejarse guiar por la paciencia de Dios, que cuenta con el hombre para que éste aprenda a situar su libertad a la altura de su dignidad, y contemplar la misericordia de Cristo, que nos precede, Él, que enseña a sus amigos lo que ha recibido del Padre.

El reto de la fraternidad. Las comunidades religiosas quieren ser lugares donde la fraternidad edificada sobre la diversidad aspire a ser transformada por el Espíritu de comunión en “sacramento” de la amistad de Dios con el mundo. Y, a causa de esta esperanza, se las reta a ampliar esta esperanza de comunión, uniendo su destino a los olvidados del mundo, haciendo suya la convicción del sínodo de 1971: “El combate por la justicia y la participación en la transformación del mundo aparecen claramente como una dimensión constitutiva de la predicación del Evangelio”.