Una verdadera comprensión de lo que es “sanación” se apoya firmemente en cinco principios:
(1) La salud es un concepto integral. El ser humano, en su complejidad, goza de profunda unidad y todo afecta a todo.
(2) La salud del individuo no está tampoco desconectada de la salud general de las personas con quienes vive, ni con la comunidad a la que pertenece. No habrá salud estable sin la búsqueda del bien común. nuestro ideal es el de Pablo VI: el bien de todo el hombre y de todos los hombres.
(3) No se puede cuidar del bien de la comunidad sin estar atentos a sus miembros más débiles y necesitados. La medida de nuestra humanidad viene dada por la medida de bondad y equidad que ofrecemos a los más frágiles y agotados de entre nosotros.
(4) La salud va de adentro hacia afuera, y el recinto más interior es la conciencia. Hay que desconfiar de las propuestas de serenidad sin conversión del pecado hacia la gracia; tal es el caso del budismo y sus variaciones.
(5) La calve finalmente está en el amor. Un amor que tenga su fuente y meta en Dios; un amor que tenga como referencia primera a Cristo en la Cruz; un amor que sepa volverse al prójimo y que por tanto no se deje encerrar en los límites de mi familia, mi raza o mi nación.