Noción de causa
Factor o principio del que depende una cosa. En griego se dice aitía (de donde viene la etiología).
La noción aristotélica de causa es más amplia que la actual; nosotros entendemos por causa sólo lo que Aristóteles llamaba causa eficiente y causa final. Para este filósofo causa es todo principio del ser, aquello de lo que de algún modo depende la existencia de un ente; o de otro modo: todo factor al que nos tenemos que referir para explicar un proceso cualquiera.
“Causa” es todo lo que sirva de respuesta a una pregunta válida sobre el ser de algo. Según Arsitóteles, para entender cualquier ente debemos fijarnos en cuatro aspectos fundamentales (cuatro causas):
la causa material o aquello de lo que esta hecho algo;
la causa formal o aquello que un objeto es;
la causa eficiente o aquello que ha producido ese algo;
y la causa final o aquello para lo que existe ese algo, a lo cual tiende o puede llegar a ser.
A veces se añade la causa “ejemplar,” que algunos ven como variación o subconjunto de la causa final, o de la causa formal. Causa ejemplar es lo que sirve de referencia o modelo.
Podemos dividir las causas en:
intrínsecas como la causa material y la formal, pues estos principios descansan en el propio ente;
y extrínsecas como la causa eficiente y la final, pues se trata de principios exteriores al ente.
Sin embargo, en los seres naturales aquello a lo que apuntan o hacia lo que tienden de forma natural es causa final pero en este caso intrínseca (hay que recordar el principio básico de la física aristotélica según el cual todos los seres naturales se caracterizan por poseer una finalidad intrínseca). También se habla de la idea, imagen o boceto que el escultor tiene en mente cuando realiza la escultura como causa formal; en este caso dicha causa formal es extrínseca.
Un cosmos teleológico
Doctrina La teleología (no confundir con teología) que considera indispensable para la comprensión de la realidad la referencia a los fines o motivos por los que ocurre algo.
Viene de lógos (teoría, explicación) y telos (fin). Los filósofos han presentado dos teorías opuestas para la comprensión de los cambios que ocurren en la Naturaleza: la mecanicista y la finalista o teleológica. La explicación teleológica mantiene que sólo podemos comprender el cambio si nos referimos (además de a la causa eficiente, única causa a la que se refiere la explicación mecanicista) a la causa final.
Según la filosofía aristotélica las cosas del mundo y los cambios que les ocurren pueden ser bien por naturaleza, bien por el arte o técnica, bien por azar. Excluyendo los que ocurren por azar, los otros dos tipos de cosas y de cambios exigen la referencia a una finalidad: los seres artificiales tienen fines puesto que han sido construidos para algo, y lo que hacen lo hacen para cumplir su función; en el caso de las cosas naturales es importante observar que la finalidad no se limita a la esfera humana, en donde se muestra con claridad pues lo que los hombres hacemos lo hacemos por algo.
Es característico del punto de vista aristotélico la defensa de la existencia de finalidad en todo objeto natural y en los cambios o movimientos naturales: así, el fin de la semilla es convertirse en árbol, como el fin del niño es ser hombre; cada ser natural tiene una finalidad que está determinada por su forma o esencia y a la cual aspira y de la que se dice que está en potencia. Esta postura aristotélica y tomista resulta especialmente disputada hoy.