¿Qué es educar?
15. Etimológicamente hablando educación proviene del latín Educare (guiar) y de Educere (sacar a la luz).
La educación católica es una dinámica de dos procesos: uno que guía al educando y otro que propicia que los dones de Dios recibidos en el Bautismo, guardados en el interior del bautizado, salgan a la luz para conformarle una personalidad que manifieste la de Cristo.
La palabra “pedagogía”, la cual involucra una ciencia y un hecho educativo, proviene del griego paidagogeo; en el cual paidos significa “niño” y ágo significa “líder”, o sea, pedagogía o educar significa: “dirigir al niño”.
Ahora bien, un principio católico muy fundamental e importante es:
“En verdad os digo, si no os volviereis y os hiciereis como niños, no entraréis al reino de los cielos” (Mt 18, 3).
Entonces, si no nos convertimos y no nos hacemos como niños, no entraremos al Reino de Dios, lo cual es una de las metas u objetivos primordiales de la educación y la religión católica.
Y como Pedagogía, o sea, como ciencia de la educación, implica “dirigir al niño”, si no pedimos al Padre celestial nos haga niños, entonces no hay conducción, educación y enseñanza católica.
Nuestra alma necesita ser vivificada y puesta en actividad, para que depurada y renovada, se asemeje a un niño tierno, inocente y puro. Y para que el Niño Dios pueda nacer y crecer en ella. Pues “hacerse como niño” no es hacer infantilismos, sino que implica un cambio profundo del ser y el surgimiento de un Nuevo Ser en él:
“‘Hacerse niño’ con relación a Dios es la condición para entrar en el Reino (cf. Mt 18, 3-4); para eso es necesario abajarse (cf. Mt 23, 12), hacerse pequeño; más todavía: es necesario ‘nacer de lo alto’ (Jn 3,7), ‘nacer de Dios’ (Jn 1, 13) para ‘hacerse hijos de Dios’ (Jn 1, 12).
“El Misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo ‘toma forma’ en nosotros (Ga 4, 19). Navidad es el Misterio de este ‘admirable intercambio’: El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad” (CEC 526).
La educación católica verdadera involucra una educación para el hombre exterior, una para el alma y otra para el Niño Dios que nace y crece en el alma. Cristo debe “tomar forma” en nosotros para que la educación y la enseñanza sean reales, es decir, para que sean en Espíritu y Verdad.
[Texto original de Juan de Jesús y María.]