“Nadie está obligado a creer, pero, para poder decidir, tiene que saber de qué va. La libertad, propia y ajena, merece el mayor aprecio, pero también es verdad que la información facilita la mejor elección: no se puede elegir lo que se desconoce. Conviene, pues, proponer, sin imponer, una serie de datos especialmente útiles a la hora de decidir qué valores inspirarán nuestra vida. La decisión última depende de cada uno, pero antes hay que informarse. A lo largo de cinco capítulos sobre los aspectos más básicos de la fe católica, me propongo explicar por qué, según mi experiencia, la propuesta católica resulta ser la mejor…”
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