“La fecha oficial de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) ya ha sido establecida, será del 23 al 28 de julio de 2013…”
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Hoy empieza la segunda parte del adviento. La primera estaba centrada en el retorno de Cristo. A partir del 17 de diciembre el adviento mira más a celebrar la memoria del Nacimiento del Señor.
“Catedrático de filosofía budista en la Universidad de Bristol y budista practicante, ha sido durante más de 30 años una de las principales autoridades académicas sobre budismo en el Reino Unido. Pero en 1999 se convirtió al catolicismo, al reflexionar sobre el karma y la vida tras la muerte…”
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Al concluir una breve homilía, el sacerdote señala:
Nos visita una hermana consagrada, una misionera apóstol de la Palabra, que quiere compartir un breve tema con nosotros: ¿Podemos tener y venerar las imágenes de Jesús y de los santos?
Hermana consagrada:
Estimados hermanos: ¿Qué piensan ustedes? ¿Podemos tener y venerar las imágenes de Jesús y de los santos? ¿Qué dirá la Biblia al respecto?
Una católica confundida levanta la mano y, desde su lugar, responde:
Yo creo que no debemos tenerlas, ni mucho menos venerarlas, hermana. Yo soy católica de hueso colorado, pero tengo una prima evangélica que me mostró este pasaje bíblico muy claro:
No te harás estatua ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, abajo, en la tierra, y en las aguas debajo de la tierra. No te postres ante esos dioses, ni les sirvas, porque yo, Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso (Ex 20, 4-5).
Para mí es un texto muy claro. Aclaro que yo soy católica, pero desde que leí este texto ya no tengo imágenes y pienso que todos los católicos debemos desecharlas.
Continuar leyendo “Sociodrama sobre el uso de las imagenes en la Iglesia Catolica”
Juan es la voz; Cristo, la Palabra; Juan es el anuncio, Cristo la presencia; Juan es lo que alcanza la naturaleza; Cristo, lo que sólo puede dar la gracia.
8. Tomaremos parte de una reflexión sobre el Bautismo: Nos hace hijos de Dios, nos da su Nombre (para actuar en su Nombre); nos hace miembros del Cuerpo Místico de Cristo para que seamos con Él y en Él templos vivos del Espíritu Santo (cf. CEC 1265, 1268).
Nos hace renacer de un germen incorruptible e inmortal, o sea, nos da nueva vida en todo nuestro ser, de tal manera que nuestra alma que estaba muerta por el pecado vuelve a tomar vida, y vida inmortal. El Bautismo es un baño de regeneración, y además de que nos limpia del pecado original y nos libra de la raíz del mal, nos da un nuevo corazón y un nuevo espíritu:
‘Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia. Los bautizados se han ‘revestido de Cristo’. Por el Espíritu Santo, el Bautismo es un baño que purifica [deifica], santifica y justifica’ (CEC 1213, 1227).
9. El Bautismo nos hace hijos de la Luz, es decir, enciende la llama espiritual de energía, calor y luz interior y nos unifica al Reino de Dios, que es el Reino de la Luz. Nos reviste de pureza, dándonos un nuevo y limpio vestido para presentarnos al Banquete de Bodas del Cordero.
Nos incorpora, nos injerta a Cristo, a su vida, pasión, muerte y resurrección; por lo cual nos hace sacerdotes, profetas y reyes. Nos participa de la libertad de los hijos de Dios en el Hijo, y esto nos permite buscar a Dios, haciendo su santa voluntad obrando el bien:
‘El Bautismo nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de Dios son conducidos al Verbo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad [la resurrección]’ (CEC 683).
Además de proporcionarnos la Fe, la Esperanza y la Caridad (virtudes teologales), nos da el deseo de Dios, o sea, el anhelo de amarlo, temerlo y seguirlo. Y nos hace capaces de contener a Dios Trino, su Reina (María Santísima) y su Reino… y a toda la creación. En pocas palabras, el Bautismo nos religa a Dios y a sus caminos: nos da vida espiritual verdadera:
‘El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos’ (CEC 1213). [Hasta aquí parte del escrito: “Tres gracias en una” de JJyM].
No son dos madres, una de la cabeza y otra del cuerpo del bebé. Así también en Cristo: la misma Madre de Cristo cabeza es Madre del Cuerpo de Cristo, y quiere formar a Cristo en nosotros, de modo que seamos santos, imágenes de la gloria del Resucitado.
Eres una maravilla del amor de Dios. Lo puedes descubrir en los prodigios de tu cuerpo; en los misterios de la mente; en al capacidad para la empatía, la solidaridad, la capacidad de vivir en sociedad. Y aún hay más: es el misterio de la conversión, que puede cambiar incluso un corazón tan espantosamente duro como el del centurión que a los pies de la cruz llegó a reconocer a Cristo como “Hijo de Dios.”
Dios es amor y es salvación. Pero nada aprovecha un antídoto al que no reconoce que ha sido infectado.
El propio yo es como un monstruo que, cuanto más alimentamos, más exige y más fuerte se hace. La gran paradoja del que no aprende a servir a otros es que se vuelve siervo y esclavo de ese monstruo.
La sanación de la afectividad requiere experimentar libertad, según Gálatas 5. No es libertad para el egoísmo ni para el pecado pero sí es libertad del dominio de los “faraones” que no nos dan vida y si nos roban la vida. Al faraón se le encuentra siguiendo tres hilos: los miedos, los deseos (manipulados por la publicidad) y las alegrías (porque quien sea dueño de mi alegría me maneja).
“Reflexión del obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, con motivo del día del Seminario. Arrancando del estudio de la Universidad de Chicago que afirma que los “profesionales más felices” son los sacerdotes, analiza la naturaleza, las condiciones y los objetivos de la vocación sacerdotal…”
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¿Para qué quieres sanarte? Cuando Jesús pregunta al ciego: ¿Qué quieres que haga por ti? La respuesta del ciego lo deja limitado a su propio deseo. Él recibe a la escala suya, no a la escala de Dios. La más profunda sanación es entrega de la propia voluntad para que Dios obre según su designio, su inmensidad y su sabiduría.
La pregunta de Juan probablemente era una invitación a que sus últimos y más leales discípulos se fueran de su lado para quedarse para siempre con Jesús.