Una de las experiencias más interesantes de elaborar día a día este boletín es descubrir el valor que tiene cada suscriptor. Esta lista de correo, como seguramente ya sabes, está hospedada en los servidores de Google. Sucede que los ingenieros de este gigante de la informática toman sus propias decisiones, y los demás no tenemos otra opción sino obedecer y estar agradecidos con ellos.
Es una situación interesante pero también a veces graciosa: a veces me parece que esta clase de servicios informáticos de los que hoy dependemos prácticamente todos cumplen el papel de los antiguos señores feudales. En la hoy lejana Edad Media, el señor feudal acogía y protegía a los siervos, pero de ellos exigía a la vez tributo y obediencia.
Así estamos nosotros con Google: el gigante nos recibe pero también impone sus propias condiciones. Ejemplo típico de esto encontramos en lo que nos sucedió con las suscripciones; mientras al gigante le pareció bien podríamos agregar con libertad nuevos suscriptores, sobre el entendido de que ellos quedaban siempre en libertad para dejar nuestra lista cuando quisieron. Luego el gigante cambio de opinión: ya no nos deja agregar suscriptores por nuestra cuenta. En la nueva situación nuestras posibilidades de crecimiento son exiguas pero no hay manera de discutir con el gigante como tampoco había manera, en la Edad Media, de entrar en discusión con el señor feudal.
En las nuevas condiciones, cada suscripción y cada suscriptor son aún más valiosos para mí, y estoy seguro que para todos los que aman esta obra. El razonamiento es que Cristo o es el Señor de los Señores, y por consiguiente, más allá de todos los gigantes, Él sabrá adelantar su obra.
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