Ya se lo dijimos: esto prometía. Y desde luego que no defrauda. El Papa y los cientos de miles de jóvenes a su lado, se han mostrado firmes en mitad del torbellino de la decadente España actual: firmes en principios y valores insobornables e incorruptibles, en un país que se muestra en los últimos años demasiado sobornado y corrompido. Ni el Papa ni los peregrinos han dado un paso atrás en su defensa, en tiempos para ellos difíciles, llamando a las cosas por su nombre: que levanten un dedo quienes no hayan sentido envidia ante ellos, firmes en su fe.
Pero sobre todo, ésta será recordada como la visita del "¡No os avergoncéis!" de Benedicto XVI, que es la continuación en el siglo XXI del "¡No tengáis miedo!" de Juan Pablo II.