En resumidas cuentas, lo que vemos hoy en el luteranismo no es nuevo. Fuera de la Iglesia, cualquier barbaridad puede ser aprobada. No negaré que el pecado puede estar presente entre los católicos de la misma manera a como pueda estarlo entre protestantes. No negaré que a lo largo de la historia, pasada y reciente, la pastoral católica ante el pecado ha adolecido de falta de firmeza. Pero la doctrina católica sobre el pecado no depende de príncipes, reyes y opiniones sociales variables. Está arraigada en la Escritura, en la Tradición y en el Magisterio de la Iglesia. Los protestantes tan solo cuentan con una Escritura mutilada, que además interpretan como creen oportuno, lo que les ha llevado a contradicciones en doctrinas tan importantes como el bautismo, la Eucaristía, la predestinación, el efecto de la gracia en relación al libre albedrío, etc
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