1ª Estación: Jesús es condenado a muerte
Te veo, Señor, aceptando en silencio tu condena a muerte. Me dan ganas de compadecerte y de echarme a mí la culpa de lo mal que lo pasaste. Quisiera romper en llanto y flagelarme y hacerme víctima por todo lo que sufriste por mí. Pero no; no quiero añadir pecado a pecado. No quiero hacerme protagonista de tu pasión. Ya soy protagonista de demasiadas cosas. Ya busco ser importante y el centro de atención en cada momento. No quiero robarte la gloria de la pasión.
Tu pasión es tuya, Señor, a ti te pertenece. Es obra de tu amor y de tu honda compasión. Tu tomaste la iniciativa y nos amaste cuando estábamos despistados, cuando éramos enemigos. Nadie te quitó la vida; tú la entregaste por amor. Yo ahora quiero agradecértelo y bendecirte por ello. Cada uno de nosotros vivíamos en nuestro pecado, buscando la gloria y mendigando cariño los unos de los otros. No nos conocíamos ni nos valorábamos hasta que hemos visto tu amor por nosotros en la cruz. Te dejaste condenar a muerte por aquellos a los que ibas a salvar de su inconsciencia. El reo va a salvar al juez. Déjame alabarte y bendecirte en este viacrucis.
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