Refugio del Senor

Refugio del Señor
“El Ministerio Refugio del Señor nació dentro de la renovación carismática católica y ahora se dedica a formar y evangelizar en su Fe a familias enteras, motivándolas a abrir el corazón al Espíritu Santo y a sus dones, que nos dan vida nueva…” Click!

Musica (01)

La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo. – Platón

El que escucha música siente que su soledad, de repente, se puebla. – Robert Browning

La música es el arte más directo, entra por el oído y va al corazón. – Magdalena Martínez

La música puede dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido. – Leonard Bernstein

Componer no es difícil, lo complicado es dejar caer bajo la mesa las notas superfluas. – Johannes Brahms

Claridad sobre la inquisicion

Inquisicion
“Hablar de la inquisición no es simple, así como tampoco estudiar el tema con seriedad, objetividad y libre de los prejuicios que la leyenda negra ha ido sembrando a lo largo de la historia…” Click!

Recomendaciones finales de la Dei Verbum

25. Es necesario, pues, que todos los clérigos, sobre todo los sacerdotes de Cristo y los demás que como los diáconos y catequistas se dedican legítimamente al ministerio de la palabra, se sumerjan en las Escrituras con asidua lectura y con estudio diligente, para que ninguno de ellos resulte “predicador vacío y superfluo de la palabra de Dios que no la escucha en su interior”, puesto que debe comunicar a los fieles que se le han confiado, sobre todo en la Sagrada Liturgia, las inmensas riquezas de la palabra divina.

De igual forma el Santo Concilio exhorta con vehemencia a todos los cristianos en particular a los religiosos, a que aprendan “el sublime conocimiento de Jesucristo”, con la lectura frecuente de las divinas Escrituras. “Porque el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo”. Lléguense, pues, gustosamente, al mismo sagrado texto, ya por la Sagrada Liturgia, llena del lenguaje de Dios, ya por la lectura espiritual, ya por instituciones aptas para ello, y por otros medios, que con la aprobación o el cuidado de los Pastores de la Iglesia se difunden ahora laudablemente por todas partes. Pero no olviden que debe acompañar la oración a la lectura de la Sagrada Escritura para que se entable diálogo entre Dios y el hombre; porque “a El hablamos cuando oramos, y a El oímos cuando leemos las palabras divinas.

Incumbe a los prelados, “en quienes está la doctrina apostólica, instruir oportunamente a los fieles a ellos confiados, para que usen rectamente los libros sagrados, sobre todo el Nuevo Testamento, y especialmente los Evangelios por medio de traducciones de los sagrados textos, que estén provistas de las explicaciones necesarias y suficientes para que los hijos de la Iglesia se familiaricen sin peligro y provechosamente con las Sagradas Escrituras y se penetren de su espíritu.

Háganse, además, ediciones de la Sagrada Escritura, provistas de notas convenientes, para uso también de los no cristianos, y acomodadas a sus condiciones, y procuren los pastores de las almas y los cristianos de cualquier estado divulgarlas como puedan con toda habilidad.

Epílogo

26. Así, pues, con la lectura y el estudio de los Libros Sagrados “la palabra de Dios se difunda y resplandezca” y el tesoro de la revelación, confiado a la Iglesia, llene más y más los corazones de los hombres. Como la vida de la Iglesia recibe su incremento de la renovación constante del misterio Eucarístico, así es de esperar un nuevo impulso de la vida espiritual de la acrecida veneración de la palabra de Dios que “permanece para siempre” (Is., 40,8; cf. 1 Pe., 1,23-25).

Todas y cada una de las cosas contenidas en esta Constitución Dogmática han obtenido el beneplácito de los Padres del Sacrosanto Concilio. Y Nos, en virtud de la potestad apostólica recibida de Cristo, juntamente con los Venerables Padres, las aprobamos, decretamos y establecemos en el Espíritu Santo, y mandamos que lo así decidido conciliarmente sea promulgado para gloria de Dios.

[Constitución Dei Verbum, nn. 25-26, del Concilio Vaticano II]

Los Papas del Siglo XX

Papas del Siglo XX
“Esta página aspira a ser un espacio de recuerdo, gratitud y memoria. En ellas se hace un rápido e incompleto recuento de los Sumos Pontífices que el Altísimo ha llamado para dirigir su Iglesia en el difícil siglo XX. No tienen la pretensión de ser exhaustivas de cuanto haya que decir. Más bien son muy conscientes de sus limitaciones. Tan sólo buscan, desde su humildad, aportar algo a la memoria católica colectiva sobre los Papas que han contribuido a forjar la Iglesia que avanza hacia el tercer milenio…” Click!

III-J. Verdadero abandono en Dios

147. Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos. Como el cielo está por encima de la tierra, mis caminos están por encima de los vuestros, y mis planes de vuestros planes. (Is 55,8-9)

148. Bienes y males, vida y muerte, pobreza y riqueza vienen del Señor. (Sir 11,14)

Evangelizar la sexualidad

Evangelizar la Sexualidad
“La misión de matercastissima.org está al servicio de la evangelización de la sexualidad; sabemos, sin embargo, que al menos en nuestras sociedades desarrolladas y apóstatas, donde muchos cristianos guardamos silencio, es aún minoritaria esta acción evangelizadora, porque hoy intuimos, que es especialmente en esta mies, donde la evangelización es martirial. Testimoniar, proponer, educar y defender en la actualidad la castidad, nos convierte de inmediato en la diana de todas las fuerzas del misterio de la iniquidad. El mundo no va a soportar los planteamientos cristianos referidos a la castidad…” Click!

Deseos (01)

Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos. – Voltaire

La vida no está hecha de lo que deseas sino de lo que haces. – Paulo Coelho

El deseo desprecia y abandona lo que tiene para correr detrás de lo que no tiene. – Michel Eyquem de Montaigne

A un alma se le mide por la amplitud de sus deseos, del mismo modo que se juzga de antemano una catedral por la altura de sus torres. – Gustave Flaubert

Teméis todas las cosas como mortales y todas las deseáis como inmortales. – Lucio Anneo Séneca