95. ¿Acaso yo quiero la muerte del malvado -oráculo del Señor- y no que se convierta de su conducta y que viva?. (Ez 18, 23)
96. Os rociaré con un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu y haré que caminéis según mis preceptos y que cumpláis mis mandatos poniéndolos por obra. (Ez 36, 25-27)
97. Jesucristo es la piedra desechada por vosotros, los arquitectos, que se ha convertido en piedra angular. Ningún otro puede proporcionar la salvación; no hay otro nombre bajo el cielo concedido a los hombres que pueda salvarnos. (Hch 4,11-12)
98. Le contestó Jesús [a la Samaritana]: El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; quien beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, pues el agua que le daré, se convertirá dentro de él en un manantial que brota dando vida eterna. (Jn 4,13-14)
99. El Hijo del hombre vino a buscar y salvar lo perdido. (Lc 19,10)
100. Celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado. Y empezaron la fiesta. (Lc 15,23-24)
101. Os digo que por lo mismo habrá en el cielo más fiesta por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse. (Lc 15,7)
102. Por tanto, mira, voy a seducirla llevándomela al desierto y hablándole al corazón. (Os 2,16)