Estamos presenciando un gigantesco experimento de ingeniería social. Digo mejor: somos parte de ese experimento. O todavía mejor: están experimentando con nosotros.
El experimento se llama: “Creación masiva de asociaciones mentales perdurables.” La idea es simple y se apoya en tres princpios: (1) La gente, el común de la gente, no tiene el ánimo, ni los recursos ni el tiempo para aclarar la verdad de las cosas; (2) La gente, el común de la gente, depende entonces de lo que se les ofrezca o imponga, y así forman sus convicciones, sus opiniones y sus decisiones; (3) ¿Qué pasa entonces si, siempre que presentamos el término “A” presentamos de inmediato el término “B”? ¿No formará eso una asociación mental perdurable que haga que la gente no pueda pensar en A sin pensar en B?